EH Jaietan | Burlata
Garralda abre unas fiestas que no se olvidan de nadie
El balonmanista Mateo Garralda dio inicio a las fiestas de Burlata, marcadas esta vez por el consenso básico entre ayuntamientos y colectivos. En su arranque no se olvidó a los que no pueden estar, que tuvieron recuerdos tanto en el acto oficial como en el brindis alternativo. Todos esperan unas fiestas tranquilas y divertidas, que partan «desde el respeto».
Iosu GANUZA | BURLATA
El que fue jugador del San Antonio, Barcelona, Atlético de Madrid, Teka, Granollers o Kolding, Mateo Garralda, se encargó de lanzar el chupinazo de fiestas de Burlata, su localidad y la del que equipó en la que lanzó sus primeros tiros. Y eso que a falta de medio minuto nadie tenía un mechero y fue una fotógrafa la que se lo tuvo que dejar, lo que quedó como la anécdota del día. Pese al nerviosismo que produjo este pequeño problema lógisitico, el ambiente que predominó tanto en el interior de la Casa Consistorial como en su exterior fue festivo y tranquilo.
Momentos antes de lanzar el cohete, Garralda sólo esperaba que en estas fiestas «todo el mundo disfrute, porque si esto sucede significa que han sido unas fiestas tranquilas». Juan Carlos Gonzalez, nuevo alcalde por UPN, también reclamó «buen ambiente y armonía».
Al ser preguntado sobre el consenso del que hablaron el día anterior los colectivos, dijo que «esta corporación tiene la obligación de obedecer a los gustos del pueblo y es imprescindible llegar a acuerdos». También habló al respecto Alfredo Mina, portavoz de Bildu en Burlata. Opina que «ahora las cosas son normales, o al menos se hacen mejor». Tuvo también palabras para «los que están en recuerdo de todos». «Los jóvenes del pueblo, de Iruñerria en general, han sufrido mucho este año. Burlata ha sufrido», añadió.
La plaza se abarrotó. Pancartas, ikurriñas… El chupinazo también fue un momento para la reivindicación. Tras él comenzó la fiesta de la espuma para los más txikis y la salida de gaiteros, txistularis, comparsa de gigantes y kilikis, y la Banda de Burlata. Justo en ese momento, decenas de burlatarras de todas las edades subieron al estrado con pancartas en recuerdo de los presos: «Maria, Oihane, Mikel O., Imanol, Arina, Mikel A., Iker... Maite zaituztegu». Quien más quien menos recordó los ataques que ha sufrido el ayuntamiento de Leitza, en manos de Bildu, por algo similar.
El brindis
Pasadas las 13.00, para poder dar a la gente tiempo a tomarse los primeros potes, en la Plaza de la Iglesia se celebró el brindis incluido en el programa alternativo, elaborado por Burlatako Jai Batzordea, con el título de «Los queremos en casa».
A esa hora, comenzó a sonar la txalaparta, justo al tiempo que comenzaba a chispear. Más de cien personas apoyaron así a los familiares de los presos y presas del pueblo y las localidades anexas. Comenzó a sonar el txistu y una dantzari bailó el aurresku. Emocionada, en un momento dado no pudo contener las lágrimas, que pronto se contagiaron a buena parte de los presentes. Tras el baile, la misma dantzari subió a saludar uno por uno a los familiares y cada uno de ellos se le entregó un ramo de flores.
A continuación se procedió al brindis. Fue un acto agridulce, entre la sonrisa de quienes destacaban que «este año sí, puedo estar aquí» y las lágrimas de quienes, por contra, subrayaban que «echamos de menos a los que hoy no pueden estar» Itsaso Torregrosa, ex presa de Burlata, abrió la botella de champán. Su mensaje fue corto, pero claro: «Asko maite zaituztegu».
Fueron sólo las primeras horas de unas fiestas que durarán oficialmente hasta las 23.59 del 20 de agosto, pero que se alargarán en realidad hasta el domingo 21, si los burlatarras aguantan. Hasta entonces, quedan los calderetes del 18, Euskaraz Bizi Eguna el 19 y un sinfín de actividades sanas y menos sanas.
Todo el mundo, incluidos alcalde, concejales y colectivos, esperan «unas fiestas tranquilas y basadas en el respeto y el recuerdo». Y especialmente feliz, el protagonista, Mateo Garralda: «Que acabara de llegar de Dinamarca y que el alcalde pensara en mí y prácticamente todo el mundo estuviera de acuerdo en ello, hace mucha ilusión».
