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Gloria LATASA gloriameteo@hotmail.com

Dryas octopétala

Es una planta de la familia de las  rosáceas que  acostumbra a tener ocho pétalos, de ahí su nombre

Camino sobre las morrenas del Glaciar de la Gran Casse, bajo la aguja de La Vanoise, cuando me llaman la atención unas pequeñas flores de pétalos blancos y «botón» amarillo central. Es lo que tiene andar por Los Alpes en verano, casi sin darte cuenta, te acabas interesando por el mundo de las flores. Apenas sobresalen unos centímetros del suelo, tapizado por unas diminutas hojas verdes que recuerdan a las de los robles.
 
La consulta de rigor (A la découverte des fleurs del Alpes. 350 espèces dans leur milieu. Ed Glénat) me lleva a saber que se trataba de la Dryas octopetala. Una planta de la familia de las rosáceas que acostumbra a tener ocho pétalos (de ahí su nombre), aunque no es extraño poder encontrarla con algún pétalo de menos o, incluso, de más. Una especie pionera de los pisos alpinos y subalpinos, donde se la puede ver sobre suelos pedregosos, poco profundos y difíciles, en los que llega a formar un pequeño pero denso tapiz.
Este diminuto y perenne arbusto almohadillado, amante del frío y de los terrenos calcáreos es conocido también como Té del Pirineo, Té de los Alpes, Roblecillo… Su lugar de origen es la tundra, de donde salió para colonizar latitudes inferiores aprovechando un súbito período frío, hace trece mil años, en el que los glaciares árticos se extendieron por América y Europa.
 
La desaparición de este episodio de frío, hace once mil seiscientos años, empujó de nuevo a los glaciares hacia el Ártico. Sin embargo, la planta, adaptada a las condiciones climáticas de altura, similares a las de la tundra, consiguió subsistir en muchas regiones montañosas donde aún hoy la encontramos (Pirineos, Alpes, Balcanes, Cáucaso, Cárpatos…).
 
Asombra saber que esta delicada planta de lento crecimiento (un pie de varios milímetros de espesor puede tener fácilmente varias decenas de años) es testigo de tal  recrudecimiento frío de época postglaciar. Una «breve» pulsación fría, tan brusca en su llegada como en su salida, que hizo descender la cota de las nieves perpetuas en los Alpes suizos 300 metros por debajo de donde se encuentra en la actualidad, que cubrió de hielo casi toda Escocia, y fue bautizada con el nombre de Dryas en honor a la pequeña octopétala.
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