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BERMUTEAN... Juan Mari Arzak

«El trabajo deja de ser trabajo si sientes pasión por lo que haces»

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Oihane LARRETXEA | DONOSTIA

Se caracteriza por su amabilidad, por su personalidad afable y cercana. A pesar de estar considerado como uno de los mejores cocineros del mundo, Juan Mari Arzak es, sencillamente, Juan Mari. «¡No me hables de robos, por favor!», pide antes de desentrañar para nosotros su Aste Nagusia. Tras prometerle que la conversación tratará sobre temas más agradables, lo primero que hace es preguntar si deseamos tomar algo. «Serán un café y un botellín de agua», le dice al camarero. Más amable si cabe, cuando abre la botella y nos sirve el agua en la copa. Casi todo listo, sólo falta un detalle antes de arrancar la entrevista: «¿Puedo tutearle?». La pregunta le provoca una mezcla de ofensa y sorpresa, pero sea como fuere, la deshace de manera tajante: «¡Más te vale!».

A pesar de que su carne de identidad desvela que debería de estar jubilado, Arzak es un trabajador incansable. Tanto, que los recuerdos que tiene de las fiestas donostiarras de cuando era niño desprenden el calor de los fogones. «Mis padres tenían el bar restaurante Arzak, que es el que hoy en día regento, ubicado en el mismo lugar, en el alto de Miracruz», recuerda el cocinero. Además, el día 15 de agosto, día de la Virgen, eran las fiestas de su barrio, así que había mucha faena para hacer aunque reconoce que había tiempo para la diversión. «¡Para eso siempre hay que intentar buscar un hueco!», recomienda. «Salíamos todos los chavales del barrio por las calles de Mons, Intxaurrondo... era muy divertido, realmente nos lo pasábamos muy bien».

En la actualidad vive Aste Nagusia de una manera muy similar. Él y su equipo trabajan a destajo en el restaurante para atender a los clientes. Vecinos de Donostia y también de Gipuzkoa, así como extranjeros, una clientela «muy parecida» a la del resto del año. Cuelga el delantal dos días a la semana, un pequeño paréntesis que aprovecha para disfrutar viendo los fuegos artificiales o para estar en la calle, que es lo que más le gusta. Y es en la calle donde siente «el cariño y el respeto de los donostiarras».

En Aste Nagusia también cuentan con él para ciertos eventos, como ser el presidente del jurado del concurso de tortillas de patata, que se celebró ayer en la terraza de La Perla. Hilando así trabajo con pasatiempo, considera que el deber no es deber si se siente pasión por él. «La gente tiene que buscar lo que le gusta verdaderamente porque sólo así consigues disfrutar con tu trabajo». «Osea que de jubilación ni hablamos...». Una carcajada es su respuesta.

 

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