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Ya tenemos fiestas de verdad

Martxelo DÍAZ

Reconozco que soy de una generación de donostiarras a la que le lograron robar Aste Nagusia. Echando la vista atrás, la última vez que pusieron txosnas en el Muelle fue en 1988, cuando contábamos con apenas 17 años. Eran tiempos del preodonato, cuando el alcalde era Xabier Albistur, que mandó a los munipas con perros a desmantelar el recinto festivo.

Tenemos que reconocer que nos vencieron, que el único soplo fresco de Aste Nagusia fue borrado y que no supimos reaccionar. Optamos por la emigración. Era igual ir a fiestas de Goizueta, de Tafalla o de Donibane Garazi. Te encontrabas a medio barrio, a media ciudad, en otras fiestas y todos te decían lo mismo: «Hemos huido de Donostia, en busca de fiestas». Nos refugiábamos en fiestas de barrios (Igeldo, Loiola, Porrontxos de Egia -esos mismos que los ahora defensores de boquilla de la participación intentaron ahogar el año pasado-, ...) y pasábamos el año saltando de la tamborrada a caldereros y de las regatas a Santo Tomás intentando ahogar nuestras penas en el mítico Drugstore.

Pero nos faltaba una fiesta en verano, participativa y euskaldun, como tienen en otros pueblos a pesar de los ataques a los que tienen que hacer frente y que nosotros padecimos en su momento.

Y lo de no tener fiestas era una cruz, de las pesadas. Tenías que aguantar las bromas de compañeros y amigos de otras localidades. «¿Qué? ¿No vas a ir a fiestas de Donostia a ver los fuegos y a tomar un helado?», te decían uno tras otro sin el más mínimo atisbo de originalidad. Unos cansos.

Tenemos que reconocer que la generación que nos siguió supo hacerlo mejor y comenzó a reivindicar unas fiestas participativas del único modo posible: autoorganizándolas, con medios siempre escasos, con mucha imaginación y mucho esfuerzo y teniéndose que pegar con la pared que suponía el «no» permanente del Ayuntamiento, más preocupado en vender una imagen de cartón de la ciudad.

Años después, han recogido lo que sembraron. En el desembarco de los piratas participan miles de personas y la txosna del Muelle está siendo el recinto festivo que precisaba Donostia. Sigue habiendo fuegos artificiales y las heladerías siguen abiertas, pero la capital guipuzcoana ha logrado, gracias al esfuerzo de años de miles de vecinos, tener unas fiestas de verdad. Eskerrik asko.