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Imanol Intziarte Periodista

Supervitaminarse y mineralizarse

Recuerdo a un personaje de dibujos animados llamado Súper Ratón. Con su capa y sus poderes, defendía a los xagus, sus congéneres, del ataque de los malvados gatos. Al igual que Porky tenía su frase de despedida -«Esto es to-to-to-do amigos»-, Súper Ratón terminaba con un «Adiós amigos, y no olviden supervitaminarse y mineralizarse».

Este agosto también está siendo protagonista otro Ratón, al que han elevado a la categoría de súper. A falta de capa, gasta un par de pitones que imponen respeto. Se trata de un morlaco que ya ha cumplido dos lustros de edad y que, según cuentan, es desde hace varios años, aunque por estos lares nos hayamos enterado ahora, una estrella en las fiestas populares de la costa mediterránea, donde hay mucha afición a los bous al carrer, que es como allí denominan la sokamuturra. A Ratón le han colgado el sambenito de «toro asesino», después de que el pasado sábado cornease mortalmente a un hombre en Xátiva. Unos dicen que es su segunda víctima, otros que la tercera... Ratón se limita a hacer su trabajo, que es perseguir y tratar de ensartar a quienes le citan. Para eso sale a las plazas, en ello consiste el espectáculo. Si encima le dan facilidades -todas las versiones aseguran que el fallecido en Xátiva saltó a la arena tan borracho que no se tenía casi en pie-, el derrame de sangre está asegurado. El que se está levantando una buena pasta con esta historia es el ganadero, que ve cómo se dispara el caché de su pupilo y hay tortas por ficharlo. El ser humano tiene mucho de morboso y es adicto a la tragedia, bien lo sabían los emperadores romanos. Pan y circo.

El que se planta delante de un toro, como el que, por ejemplo, se lanza a nadar en un río infestado de cocodrilos, sabe a lo que se arriesga, o al menos debería saberlo. Incluso aunque ese astado sea el del Monumento al Encierro de Iruñea, que corneó a un peregrino de la JMJ. Si primara la seguridad, soltarían ovejas latxas, pero seguro que nadie pagaría una entrada por verlo. Ya lo decía el estribillo del pasodoble: «Manolete, Manolete, si no sabes torear pa qué te metes».

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