Martxelo Díaz Periodista
Comienzan las rebajas en Libia
Las aves carroñeras esperan a que sus presas mueran para empezar a hincarles el diente. La OTAN y el emir de Qatar -el mismo que patrocina los goles de Messi- han demostrado que tienen menos paciencia que los buitres. Aún no han conseguido controlar la ciudad de Trípoli, pero ya han comenzado a exigir a los rebeldes libios el apoyo por su ayuda militar, que se ha demostrado imprescindible para el triunfo de su ofensiva.
Se han caído las caretas y los mismos dirigentes franceses que ofrecieron sus métodos represivos para hacer frente a los manifestantes tunecinos están ya preparando la maquinaria para extraer el crudo libio en nombre de la democracia.
Todavía no han sido capaces de localizar y arrestar a Muamar el-Gadafi, a pesar de que han entrado en el Palacio Presidencial de Trípoli, y tampoco han detenido a su hijo Saif al-Islam, que se permite dar mítines en la capital libia, pero Alemania ya ha firmado con el consejo rebelde un acuerdo millonario para «reconstruir» el país. Para «reconstruir» el mismo país que ellos mismos han destrozado con sus bombardeos aéreos. Siguen el mismo ejemplo que EEUU en Irak. Destrozamos el país con una excusa peregrina y luego lo reconstruimos llevándonos como pago el petróleo.
Hace seis meses comenzó una revuelta en el este de Libia. Sus reivindicaciones eran acabar con la represión del Gobierno de Gadafi y mayores cotas de libertad, unas demandas legítimas, pero que se corrompieron cuando aceptaron ir de la mano de la OTAN y del emir de Qatar para hacer frente al Gobierno de Trípoli. Dice «Cubadebate» que el primer día del operativo contra Gadafi costó a EEUU más de 100 millones de dólares. Un solo misil Tomahawk cuesta un millón y medio de dólares. Y llevamos seis meses de conflicto. Junto a EEUU, Gran Bretaña, el Estado francés, Italia, el Estado español y el sátrapa de Doha ya han engrasado las extractoras de sus petroleras para cobrarse los bombardeos. Las demandas de libertad del pueblo libio han quedado ahogadas en crudo. El nuevo régimen está plagado de desertores de Gadafi. Una vez más, quien paga manda.