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Maite SOROA | msoroa@gara.net

La Constitución se toca y se trastoca

El anuncio de la reforma exprés de la Constitución española dio y dará mucho que hablar. Si lo pedían los vascos o catalanes se presentaba como un imposible, cuando no una ofensa y una amenaza. Ahora bien, si lo exigen París y Berlín como requisito de su rescate encubierto, amén, luz verde y manos a la obra. Intocable, decían sus guardianes, pero la realidad demuestra no sólo que se puede tocar, sino también retocar y trastocar al dictado de Merkel y Sarkozy, a imagen y semejanza de las necesidades de los mercados.

Todos los editoriales de la prensa de Pancorbo para abajo fueron unánimes en comentar esta reforma. Y servidora los escudriñó con atención, con perplejidad e inquietud por el escenario que dibujan.

«El País» dudaba de la conveniencia de reformar la Constitución, la consideraba discutible y defendía que «incluir al máximo nivel legal disposiciones que pertenecen al ámbito de las decisiones del Gobierno y que en ocasiones no pueden cumplirse por imposibilidad material de hacerlo, erosiona el concepto de constitucionalidad». «La Razón», por su parte, consideraba la reforma como necesaria, apuntaba el tanto a su candidato, Rajoy, y no podía ser más claro en sus razones: «España necesita un plus de credibilidad y esta reforma lo proporcionará, sobre todo porque permitirá una política fiscal a salvo de las excepciones que los gobernantes nacionalistas exigen cada dos por tres al Gobierno central». Se les ve la patita, toman la economía como excusa y la involución está servida con el cierre recentralizador del modelo territorial.

El editorial de «El Mundo» tiraba por la misma dirección y apostaba por abrir de par en par el melón constitucional: «que en la próxima legislatura se acometa un reforma a fondo de la Constitución que afecte a títulos fundamentales -como la sucesión de la Corona o el cierre del modelo territorial- y que el proceso desemboque, entonces sí, en el preceptivo referéndum».

Por último, el «Abc» se apuntaba a la teoría del plagio a Rajoy, pero hacía hincapié en el oscuro objeto de deseo del españolismo: «Debería quedar claro que ese techo incluye a todas las administraciones del Estado, también a las comunidades autónomas».

Lo dicho, se toca y trastoca. Siempre al servicio de una España con camisa de fuerza.

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