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REBELIÓN EN LIBIA / LA BATALLA DE TRÍPOLI

Gadafi contraataca en la capital y frena el avance rebelde a Sirte

Las fuerzas leales a Gadafi secundaron su llamamiento y, desde las zonas de la capital que siguen bajo su control, lanzaron un contraataque que alcanzó a las inmediaciones del cuartel general del coronel, tomado al asalto la víspera por los rebeldes. En un intento que la OTAN calificó de desesperado para no perder más posiciones, lanzaron una ofensiva para asegurar la frontera con Túnez y frenaron el avance rebelde a Sirte.

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GARA | TRÍPOLI

Los rebeldes aliados de Occidente y las milicias fieles al régimen de Gadafi mantenían intensos combates en varios puntos de la capital, mientras la OTAN seguía bombardeando objetivos enemigos cuando se cumplen cinco días desde el inicio de la batalla de Trípoli.

El contraataque de las tropas gadafistas alcanzó las inmediaciones del cuartel general de Bab al-Aziziya, conquistado la víspera por los rebeldes en una acción que se revela más simbólica que decisiva.

Los fieles al régimen, que siguen controlando varias zonas al sur y al este de la capital, lanzaron un ataque con morteros, RPG y ametralladoras desde el barrio vecino de Abu Slim, obligando a recular a los rebeldes. Estos últimos justificaron su repliegue como «una maniobra envolvente» para rodear por detrás a los gadafistas.

Milicianos del régimen que seguían controlando el cercano Hotel Rixos abandonaron su resistencia dejando salir a los 37 periodistas extranjeros acreditados y que, horas antes, habían lanzado llamadas de socorro sobre su desesperada situación.

Sin posibilidad de lanzar SOS alguno, buena parte de la población de Trípoli parecía atrapada entre el fuego cruzado y los bombardeos de la OTAN -dos grandes explosiones «saludaron» la llegada ayer, del nuevo día-. Muchas calles del centro de la capital estaban desiertas y ofrecían un aspecto fantasmal. Los rebeldes explicaron que la gente no sale a la calle «por temor a los francotiradores gadafistas, que se han diseminado por toda la ciudad».

«Sólo en torno a Bab al-Aziziya hay decenas y no hay manera de localizarlos», se quejaba Nuri Mohamed, jefe de un batallón rebelde que lucha en la capital.

Pese a contar con la cobertura aérea aliada, los rebeldes se mantenían en puestos de control fijos en los nudos y cruces de carretera de la ciudad e intentaban, de momento sin éxito, tomar bajo control la estratégica carretera que lleva al aeropuerto internacional, escenario a su vez de combates.

La euforia tras la toma simbólica la víspera del cuartel general de Gadafi -prácticamente vacío, a excepción de algunos soldados que resistieron hasta la última bala- parece haberse evaporado rápidamente.

Uno de los portavoces del Consejo Nacional de Transición (CNT), que gobierna en la capital oriental de Bengasi, reconoció que «es muy difícil que consigamos controlar al cien por cien Trípoli». Eso sí, anunció que esperan trasladar su sede a la capital libia el sábado.

Gadafi: «retirada táctica»

Mientras el CNT reconoce que la batalla no terminará hasta la captura o muerte de Gadafi, el coronel ha reaparecido hasta dos veces en las últimas horas con sendos mensajes sonoros.

En el primero, difundido por la cadena de televisión Al-Oruba y recogido por la web de al-Libiya -cadena silenciada y dirigida por su hijo Seif al-Islam-, el líder libio justificó su retirada de su cuartel general antes de que fuera asaltado por los rebeldes «por razones tácticas (...) Bab al-Aziziya no era más que un montón de escombros», señaló, en referencia a las decenas de bombas con las que la OTAN abrió el pasillo a los rebeldes.

En su segunda alocución, difundida por el canal internacional de televisión sirio Al-Rai, Gadafi asegura que seguiría en Trípoli y justifica la escasa resistencia inicial a la ofensiva de los rebeldes acusando a estos últimos de esconderse entre familias de la capital y ocupar edificios civiles, «que el Ejército libio no puede destruir».

El coronel, que cumpliría el 1 de setiembre 42 años en el poder en Libia, llega a asegurar que se habría paseado de incógnito por las calles de Trípoli «y he visto a los jóvenes dispuestos a defender su ciudad».

«Sólo Alá lo sabe»

Preguntado sobre dónde se encuentra Gadafi, el presidente del CNT, Mustafah Abdeljalil, respondió con un lacónico «sólo Alá lo sabe. Yo me imagino que habra abandonado Trípoli».

No opinan lo mismo algunos mandos de las milicias rebeldes, que llegan a situarlo en algún lugar al sur de la capital.

Con todo, el presidente del CNT insistió en dar por finiquitada la era Gadafi.

El portavoz habitual del tocado régimen libio, Mussa Ibrahim, no comparte esa opinión e insistió en que Gafafi estaría «preparado para resistir a los rebeldes durante meses o incluso años» y prometió convertir Libia «en un volcán de guerra y muerte hasta conseguir expulsar al enemigo».

El decisivo factor tribal

Todo apunta a que la población de Trípoli -urbanizada y, por tanto, no encuadrada en fidelidades tribales- asiste como espectadora a esta guerra y al eterno empate entre los dos contendientes libios, uno aquejado de debilidad estructural (los rebeldes) y el otro debilitado por la participación extranjera directa de la OTAN.

Pero, en el conjunto de Libia, el factor tribal se revela decisivo y ambos bandos lo saben. El propio Gadafi convocó en su mensaje «a las tribus de Sebha, Beni Ulid, Feran, Yufra y Anwaset, a que cada una tome una zona para eliminar a las ratas», dijo, en referencia a los rebeldes.

No es el único que pide ayuda a las tribus libias. Los rebeldes intentaron sin éxito que los líderes tribales de la región de Sirte les abran el camino hacia esa pequeña ciudad, de la que es originario Gadafi.

Fracasado este intento de segar la tierra de Gadafi bajo los pies de su tribu -los ghadaffa-, los rebeldes vieron, asimismo, detenido su avance en el frente oriental. Tras haber conquistado el lunes el puerto petrolero de Ras Lanuf y progresar 80 kilómetros hacia el oeste, un sistema de líneas defensivas a la altura de Ben Jawad frenó su avance a 50 kilómetros de Sirte.

«Estamos sorprendidos, Creíamos que se rendirían tras la caida del cuartel general de Gadafi«, reconoció aturdido el comandante rebelde del frente oriental, Fawzi Bukatif.

En el frente noroccidental, las fuerzas del régimen mantenían el control del paso fronterizo a Túnez de Ras Jatif y bombardearon ayer la cercana localidad de Zuwarah, así como Ajelat, ya en dirección a Trípoli.

Desde Bengasi, el CNT hizo un llamamiento a los habitantes de Bani Walid a negociar su rendición y anunció que esperan arrebatar al régimen el sudoeste de Libia, zona estratégica, aún en manos del régimen.

precio a su cabeza

Los rebeldes han prometido una recompensa de 1,7 millones de dólares (2 millones de dinares libios) por la cabeza de Muamar al-Gadafi, vivo o muerto. Garantizan a su vez una amnistía a los miembros de su entorno que lo maten o capturen.

«bomba sucia»

Un inspector de la Agencia Internacional para la Energía Atómica advirtió de la existencia a las afueras de Trípoli de un almacén de uranio y otro material con el que se podría fabricar una «bomba sucia» nuclear. Serían restos del programa nuclear que Gadafi accedió a suspender en 2003.

propaganda

El CNT aseguró que la difusión de la falsa detención de Seif al-Islam Gadafi habría beneficiado a los rebeldes porque «multiplicó las deserciones» en las filas gubernamentales.

israel

En entrevista al diario «Haaretz», uno de los portavoces del Gobierno de los rebeldes da la bienvenida a la ayuda de Israel. «Pedimos a Israel que use su influencia en la comunidad internacional para poner fin al régimen tiránico de Gadafi y su familia», asegura.

Reposicionamiento general y un CNT que no da confianza

Las distintas potencias se han lanzado a una carrera, con ritmos distintos, para reposicionarse ante los vertiginosos pero a su vez confusos sucesos en Libia.

El presidente francés y primer adalid de la intervención militar, Nicolas Sarkozy, recibió ayer en París al número dos del CNT, Mahmud Jibril. Horas antes, en el Consejo de Ministros, alardeó de la «tenacidad» de la coalición aliada y del «reforzamiento de la influencia francesa en la escena internacional».

No hay que olvidar la vertiente interna de los acontecimientos y Sarkozy, con una popularidad bajo mínimos, espera tomar aire para las presidenciales.

En similar situación se halla el inquilino de la Casa Blanca, que se ha apuntado un tanto frente a las críticas republicanas a su presunta tibieza contra Libia. No obstante, los expertos auguran que tanto Obama como Sarkozy no recibirán réditos locales de la operación libia, porque son otras las preocupaciones de sus electorados.

Desde Italia, el grupo petrolero ENI se ha apresurado a señalar que tiene privilegiadas relaciones con el CNT, por lo que espera suculentos contratos petroleros, como los que tenía con Gadafi. Para tranquilidad de Roma y de Gran Bretaña, un portavoz del CNT aseguró en Londres que respetará los contratos firmados por el régimen de Gadafi.

El presidente ruso, Dmitri Medvedev, insiste en poner una vela a Dios y otra al Diablo al asegurar que «sigue habiendo dos poderes» en Libia. Moscú de muestra, eso sí, dispuesto a establecer relaciones con los rebeldes del CNT «si los rebeldes tienen suficiente fuerza para unir al país sobre una base democrática», a saber, si ganan.

China ya ha mostrado su preocupación por el futuro de sus intercambios económicos con Libia y su Gobierno debatía ayer con Brasil una postura común ante los acontecimientos por parte de los BRICS, grupo de potencias emergentes que completan India y Sudáfrica.

Todo ello en medio de advertencias de los expertos de que la fragilidad y las disensiones en el seno del CNT, unida a las luchas de las distintas regiones del país y de las tribus por el control de los recursos petroleros podrían complicar enormemente la situación en un futuro post-Gadafi. Dabid LAZKANOITURBURU

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