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Raimundo Fitero

Selección de secuencias

Como no tengo demasiadas oportunidades de poder distraerme con una de mis series favoritas, «Dos hombres y medio» de Charly Sheen, que en ocasiones para mayor deleite la disfruto en versión original y así conocer el tono de voz original de sus actores, tengo que vivir televisivamente de los sobresaltos que nos proporcionan las mentiras y cintas de vídeo de los diferentes conflictos bélicos diseminados por todo el globo y de las desmesuradas actuaciones policiales también de todas las partes de la tierra.

Dos advertencias, una de las facultades que tenemos en nuestro mando a distancia de la TDT de poder ver las películas y series en versión original, con subtítulos, o sin ellos, como se prefiera, pero es una buena manera de comprender mejor el valor artístico de estos productos y conocer la auténtica voz de actores y actrices de primera calidad y librarnos de esa hermosa, pero uniformadora voz del doblaje, en ocasiones muy bien timbrada pero tan inexpresiva que nos deja a medias en el placer. Eso en las series o películas dobladas con medios, porque hay algunas, realizadas en estudios baratos, con actores periféricos, que dan ganas de llorar. Si se ven en el original, se aprenden idiomas. Y se quita uno del subconsciente esa vinculación antiartística de una voz con cinco o diez actores.

La otra advertencia es sobre el lenguaje utilizado por todos y cada uno de los departamentos de desinformación de todos los ministerios del interior de la tierra para convertir las agresiones policiales en lo contrario, y si existen pruebas, soltar eso de «son excesos de algunos miembros y no de la policía». Da lo mismo de donde sea. Las imágenes que nos sirven gustosamente las televisiones a su servicio acrítico parecen sacadas del mismo manual de manipulación. Siempre se ocultan los momentos más graves, se seleccionan secuencias que justifiquen las intervenciones criminales de las policías. Ahora ha sido en Chile con el resultado de un manifestante muerto. Mañana será aquí o allí. Da lo mismo. Mismos uniformes, mismos entrenamientos, misma saña, mismas mentiras y manipulaciones. Y muy flojitos esos policías, por cualquier rasguño piden la baja.

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