Maite SOROA | msoroa@gara.net
Hemos ganado, pero vamos perdiendo
Rubalcaba se quejaba recientemente de que la gente que iba encontrando en sutour electoral le transmitía la sensación de que «vamos perdiendo» en relación a la situación de este país. A lo que él respondía, con afán, que no, que «vamos ganando al terrorismo», pero que ahora aparece en toda su dimensión el «problema del independentismo». Reveladora preocupación la del candidato socialista.
Ayer, servidora encontró una perla para ustedes que retrata a la perfección esa esquizofrénica contradicción. E ilustra hasta qué punto está enraizado en el pensamiento español el esquema de ganadores y perdedores. Y las dificultades que tienen de vender la piel del oso vasco y de vestir esa mona victoriosa.
Teresa Jiménez Becerril escribía en «Abc», bajo el título de «,Quién cree a Rubalcaba?», y le zurraba de lo lindo por jactarse de ser «el que más y mejor ha luchado contra la banda y hacer una entrada triunfal diciendo que está será la primera campaña electoral sin ETA». Niega la mayor, y con evidencias de un escozor insoportable afirma que «los españoles, a día de hoy, sabemos que ETA sigue armada y mejor colocada políticamente que hace años». Y, erre que erre, sigue con la misma cantinela, con frases lapidarias del tipo «los derrotados son los españoles que se sienten impotentes ante el espectáculo triste e injusto de ver a los terroristas recogiendo hoy los frutos de sus címenes». Esta mujer o ha perdido la cordura o tiene un problema de categoría de desastre. Sentirse derrotada, humillada e impotente ante una situación que a mi me parece que evoluciona positivamente y apunta a soluciones razonables debe de ser un sinvivir insoportable. Pobrecita.
Se pone en plan dramático, utiliza términos grandilocuentes y suspira por que en el futuro dejen de considerar a los españoles «como un pueblo de cobardes y acomodados». ¡Mamma mia! Que alguien la tumbe en un diván de psicoanalista y se lo hagan mirar.
Y sólo le falta ponerse el uniforme militar y cuadrarse cuando concluye diciendo que «cuando recuperemos el honor y el valor perdidos, quizás entonces podamos decir que hemos acabado con ETA».
Osea, que han ganado pero van perdiendo. ¡Cualquiera les entiende!