Las crecientes bajas castigan a EEUU al inicio de su retirada de Afganistán
Coincidiendo con el anuncio oficial por parte del presidente de EEUU, Barack Obama, del fin, escalonado, de las aventuras militares en Irak y Afganistán, el balance del pasado mes de agosto en el cenagal afgano no puede ser más desolador. A un nuevo récord de bajas militares mortales hay que sumar la ya insoslayable sensación, confirmada por escrito por un conciliador mullah Omar, de que los talibanes ya han interiorizado que son los vencedores de la guerra.
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«Después de una década de guerra, es hora de centrarse en levantar la nación aquí en casa». Las palabras del presidente de EEUU, Barack Obama, en su discurso esta semana ante los veteranos de la Legión Americana, son la certificación de que EEUU ultima ya el final de una década de intervenciones armadas iniciadas al calor de los ataques del 11-S, cuyo décimo aniversario se celebra en nueve días.
Un discurso, por lo demás, plagado de alabanzas a los cinco millones de estadounidenses que han luchado en esta década de guerra y de promesas de que no serán abandonados a su suerte, como ocurrió tras la derrota en la agresión a Vietnam.
Una disertación con la que, sin embargo, Obama no logró disipar la cada vez más extendida constatación de que las últimas aventuras militares estadounidenses han sido, como aquélla, un fiasco, además de una sangría de fondos.
En espera de que el inquilino de la Casa Blanca cumpla su promesa sin subterfugios y retire a los 50.000 soldados que siguen acantonados en Irak, el balance no puede ser más negativo desde la perspectiva del país árabe.
Washington se congratuló ayer de que agosto de este año ha sido el primer mes desde el inicio de la invasión, en marzo de 2003, en el que no se ha registrado ninguna baja mortal estadounidense en suelo iraquí. Triste consuelo para los 239 iraquíes muertos durante el mes recién expirado y que suponen una desgraciada muestra de un país desangrado, arrasado hasta sus cimientos y con un futuro político como poco incierto.
Retirada en plena derrota
El fracaso es aún más indisimulable en Afganistán, donde EEUU ultima una retirada en fases que dejará en evidencia su derrota total en el frente militar.
El agosto pasado ha sido el mes más mortífero para EEUU desde el inicio de la invasión del país, a finales de 2001, con 67 soldados muertos, dos más que las 65 bajas militares formales registradas en julio de 2010, hasta ahora el más sangriento.
El balance incluye los 30 soldados abatidos en el derribo, por parte de los talibanes, de un helicóptero Chinook el 6 de agosto, el ataque más mortífero contra las tropas estadounidenses durante toda la guerra.
EEUU ha perdido ya 1.572 soldados en la campaña afgana, lejos aún de los más de 4.000 caidos en Irak. Pero sabe que si se queda los números seguirán creciendo, por lo que tiene pensado retirar este año a 10.000 de sus 96.000 soldados, a los que seguirán otros 23.000 en 2012, hasta completar la retirada, prevista en 2014.
Todo ello sin olvidar el coste económico de estos diez años de guerra, y que asciende a más de un billón de dólares según la Casa Blanca, hasta 3,7 billones según cálculos independientes.
El mes de agosto de 2010 ha sido a su vez el más sangriento para el conjunto de las tropas de la OTAN, con 83 bajas mortales. Ayer, primer día de setiembre, se informó de la muerte de un soldado georgiano.
El líder del movimiento de resistencia talibán, mullah Omar, ha hecho público un mensaje con motivo de la festividad del final del Ramadán en el que se muestra conciliador y no excluye incluso la posibilidad de compartir Gobierno, tras asegurar que los talibanes no tendrían interés en monopolizar el poder.
En la misiva, el líder talibán reconoce, por vez primera, conversaciones con los ocupantes estadounidenses, aunque las limita a iniciativas para conseguir la liberación de prisioneros. Tras recordar que la retirada de las tropas extranjeras es la condición previa para cualquier tipo de negociación, Omar descarta la participación de la resistencia en la conferencia sobre Afganistán que se celebrará en diciembre en Bonn.
«El enemigo ha sufrido más víctimas este año en comparación con los anteriores. Cada día que pasa los muyahidines se familiarizan más con las tácticas del enemigo y consiguen mayor acceso a armamento», señala, para destacar su capacidad para derribar helicópteros. Acciones todas éstas que son, en palabras del mullah, pasos «en la buena dirección hacia una inminente victoria» y «un futuro brillante» en el marco de la creciente colaboración dentro del bando insurgente. Euforia paralela a la condescendencia de quien se sabe seguro ganador de la contienda. GARA