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Imanol Inziarte | Periodista

Porque nos gusta la magia de la radio

En aquella cocina, larga y estrecha, el niño era un manojo de nervios. Una voz, probablemente la del difunto Josean Alkorta, narraba los últimos minutos del choque. El equipo caía por 2 goles a 1 ante el Espanyol en el viejo Sarriá. El niño se aferró a su último recurso y prometió al cielo que se portaría bien durante una semana. Y llegó el «milagro». El hombre cuyo tono estará para siempre ligado al gol de Zamora en El Molinón cantó el empate. Era un partido de liga, uno más, sin nada trascendente en juego más allá de los puntos. Ni título, ni ascenso, ni descenso. Sin embargo, cosas de la memoria, ese instante se quedó grabado.

Hubo más, no sólo fútbol. Otros deportes, noticias, música. Iñaki de Mujika y su «Movida» nunca faltaban a la hora de comer, uno más de la familia. Por las noches, con el aparato escondido bajo la almohada, José María García y más tarde José Ramón de la Morena. Hasta Gemma Nierga y su «Hablar por hablar», cuando no venía el sueño. Imaginarse el aspecto físico de las personas a través de sus voces, la sorpresa que acompaña cuando se cruzan con uno en la calle y alguien te susurra «es el de la radio».

El niño de la cocina larga y estrecha se dijo «yo quiero hacer esto». Y, carambolas de la vida, tuvo la oportunidad y durante un par de campañas, inalámbrico en mano, sufrió y gozó a ras de hierba. Era en Radio País Vasco, con Manolo Fraile y José Ignacio Elizegi. Aquello se acabó hace ya mucho, pero el micrófono es una droga que, cuando la pruebas, te engancha para siempre. Al pasar junto a la «pecera» de Info 7 aún se remueve por dentro la tentación de encerrarse, encender las luces y hablar sin descanso.

Quizá para los más jóvenes, para quienes han crecido con el Pay Per View, internet y el smartphone, la radio sea sólo otro medio más de comunicación. Pero para quienes crecimos «viendo» el fútbol través de un dial, el veto de los clubes a las emisoras de radio es un golpe bajo, otro mazazo a ese romanticismo del que no queremos renegar, aunque ahora todo se cifre en euros.

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