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Xabier Silveira | Bertsolaria

Al toro, por los huevos

Sólo un país de sádicos podría equiparar la muerte lenta y dolorosa que supone para el toro que lo toreen, con el flamenco, la zarzuela o la «bertsolaritza»

El Gobierno, a través de su Real Decreto 1151/2011 en el paso de transferencias desde el Ministerio del Interior a Cultura, afirma que los toros son disciplina artística y producto cultural. Esta es la noticia más importante en la historia del toreo y la más beneficiosa para la Fiesta desde su existencia, siempre según mundotoro.com.

Otra muy buena noticia, si no para las fiestas sí para los ciudadanos de Euskal Herria, habría sido la organización masiva de un acto -las bromas estilo Korrika no son mi humor preferido-un acto digo, que reúna la suficiente fuerza y gente como para no dejar que la vuelta ciclista a España nos humille y a su paso termine por asimilar a este país de bocachanclas. Pero como esto no a ocurrido (¿será verdad que los únicos dispuestos a hacer algo por la libertad de Euskal Herria ya lo estaban haciendo?) y seguimos teniendo solo la buena noticia que mundotoro nos ofrece, agarremos al toro por los huevos y disfrutemos de ellos tal y como haría él con los nuestros si pudiera cornearlos a gusto.

Huelga decir que siento bastante más repulsión para con aquella persona que sin denunciar la tortura que ejerce el Estado contra las personas denuncia la tortura que también supone la practica de la tauromaquia que el rechazo que siento hacia un torero, o banderillero, o picador; aunque ello no conlleve que el asco que siento hacia los amantes del torea sea ni siquiera moderado.

Drogar a un toro -y además con drogas de las que adormecen y no con las buenas- soltarlo medio tonto en una plaza y torturarlo entre vítores y aplausos es disciplina artística y producto cultural según dicta orden el Gobierno de España y por lo tanto aquí se acata, se cumple y si hace falta se chupa y se traga.

Solo un país -perdón, España no es un país, lo sé, es un sentimiento que entre todos lo haremos país, no os quepa duda de ello, sigamos así- solo un país de sádicos podría equiparar la muerte lenta y dolorosa que supone para el toro que lo toreen, con el flamenco, la zarzuela o la bertsolaritza. Lo que no sé es si les gustaría a los pseudoizquierdistas creadores del 15-M, osea, al PSOE, es que, por ejemplo, soltáramos a Rubalcaba o en su ausencia a Rodolfo Ares en la plaza de toros de Azpeitia y antes de nada le metiéramos una banderilla por el recto mientras le damos collejas entre toda la cuadrilla. Voluntarios no iban a faltar.

Acto seguido el torero -en todas las cuadrillas hay uno- tomaría el protagonismo y desplegaría todo su arte y su productividad artística sobre el cerdo de dos patas disponiendo para ello de todo tipo de herramientas, ya sean de huerta, de mecánico, de dentista o de frontón. Solo su imaginación limitaría sus posibilidades. Tras cortarle las dos orejas y el rabo, gustoso y sin cobrar horas extras, el enterrador de Zestoa haría sonriente su trabajo.

Aunque también el de mi pueblo y los de otros pueblos, estoy seguro. Eso sí que sería, si no arte ni cultura, una fiesta nacional.

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