El pasado miércoles, la presidenta navarra, Yolanda Barcina, esbozó un plan económico basado en dos ejes principales: el inicio de la obras del TAV como impulso al empleo y recortes en la Administración para rebajar el déficit. Ayer, los representantes de UPN y PSN mostraron, como es lógico, su respaldo a Barcina. También el PP se sumó a los parabienes.

Más cauta fue el resto de la oposición. Txentxo Jiménez (NaBai), se mostró favorable a que «se desmonte» el «corralito foral» formado por el «exceso de fundaciones, de empresas públicas, de consejeros y consejeras a doquier, beneficios, subvenciones...», si bien abogó por esperar a que se conozca el próximo proyecto presupuestario.

Desde Bildu, Maiorga Ramírez criticó el «efectismo» de un Ejecutivo que anuncia «cuestiones meramente estéticas» y resaltó que los datos sobre ingresos aportados por Barcina y por su consejero de Economía, Álvaro Miranda, son muy diferentes. José Miguel Nuin (I-E) comparó las «generalidades» de la presidenta con los recortes concretos en aspectos como Educación.

El sindicato LAB sentenció que «Barcina gasta en cemento el dinero de Educación y Sanidad».