Turquía rompe relaciones diplomáticas y acentúa la soledad de un Israel vindicado por la ONU
El informe de la ONU filtrado al «New York Times» sobre el asalto en mayo de 2010 que comandos israelíes efectuaron contra la flotilla de la libertad que se dirigía a Gaza ha generado consecuencias de gran alcance. Redactado por el ex primer ministro neozelandés, Geoffrey Palmer, con la ayuda del ex presidente colombiano, Álvaro Uribe, éste acepta la legalidad y legitimidad como medida de seguridad del bloqueo naval a Gaza y ha sido recibido por las autoridades y medios israelíes como una vindicación. Ello ha motivado el enfado de Turquía, que considera el bloqueo ilegal y un castigo colectivo a los gazatíes. Aunque el informe habla de un «uso excesivo de la fuerza», Israel se niega a pedir perdón y a compensar a las 9 víctimas turcas que murieron tiroteadas. Aduce que heriría su orgullo, desmoralizaría a los israelíes y proyectaría debilidad. Turquía ya ha reaccionado fulminantemente.
La expulsión del embajador israelí da ejemplo del deterioro de las relaciones. Israel pierde así a su gran aliado regional, con quien tenía lazos comerciales, estratégicos y militares de primer orden. Queda así todavía más aislado. Pero se convierte en más imprevisible y peligroso, si cabe, para la estabilidad de la región.