Por qué tiene uno que ser español en estas circunstancias? El nacimiento obliga a cosas que agravian nuestra razón. Pensaba en ello mientras me informaba de la imputación pedida por el fiscal jefe de la Audiencia Nacional del alcalde de Leitza por aparecer en las calles de su villa y durante las fiestas del lugar unos carteles en que se recordaba a los presos vascos y se pedía su acercamiento a Euskadi. Bárbara acción, a mi entender, ya que el Derecho Penal moderno ha venido reclamando desde altísimas tribunas del pensamiento el derecho de los presos a no sufrir más pena que aquella de privación de libertad que les ha sido impuesta. Y, sobre todo, que esa pena no se convierta en pena de daño para los deudos que desean visitar a los encarcelados.

Sr. Zaragoza, fiscal jefe de la Audiencia Nacional: le requiero, como ciudadano que ostenta la soberanía nacional, no para que se imbuya de la emoción de la caridad, que ya sería bueno, sino para que no maltrate la lógica básica con frases como ésta: «El apoyo y ensalzamiento público de individuos que son conocidos... por la comisión de acciones de naturaleza terrorista... implica de facto tanto la justificación de sus acciones terroristas como el aplauso de quienes las cometen». Sr. Zaragoza, en Derecho Penal no valen las suposiciones para solicitar la intervención del juez ¡Hechos, hechos! ¿Y acaso es un hecho criminal que unos vecinos y familiares de los penados soliciten su acercamiento a la tierra de que son hijos? Estas burdas acciones deberían evitarse para que no digan en la Europa culta que África empieza en los Pirineos. Consérvenos usted la dignidad de ser ciudadanos.