Es habitual que Alfonso Ussía saque a pasear sus fobias en sus columnas cada vez que tiene ocasión, y cuando se pone, el periodista de rostro complicado tiende a apuntar con su pluma hacia este pequeño país, aunque son muchas las personas que han sufrido su trazo grueso. De sus filias, sin embargo, no habla tanto, aunque no hace falta ser muy avispada para intuir por dónde andan sus gustos. Ayer lo dejaba claro en «La Razón», en un artículo bastante meloso en homenaje al ex ministro franquista y presidente de honor del PP, Manuel Fraga, que parece que anda realmente fastidiado de salud.

Esta es la descripción que Ussía hace del personaje: «Fue un ministro atípico de Franco, combatió a los tecnócratas del Opus Dei, intentó la apertura, creó la formidable red de paradores de turismo de España, trabajó de sol a sol y le perdieron sus destemplanzas. Su amigo y paisano Pío Cabanillas Gallas dijo de él que le cabía todo el Estado en la cabeza, pero ni una letra más. Superó a Tierno Galván en las oposiciones, y bajo su personalidad arrolladora y tronante siempre encontró el sentido del humor un sitio». Vamos, como un abuelo un pocascarrabias pero adorable en el fondo. A quién le importa que entre otras tropelías fuera el responsable de la matanza de cinco obreros en Gasteiz en 1976, que para Ussía fueron «aquellos sucesos de Vitoria». Y dice que «intentó la apertura», ¡qué cara más dura!

Pero el plumilla sigue dando coba: «Fundó Alianza Popular, amansó a la fiera de la derecha reacia a las libertades, y estructuró un partido liberal-conservador que hoy, como Partido Popular, tiene un suelo de diez millones de votos». Servidora diría que Fraga no amansó a nadie en la derecha. Antes se «amansaron» algunos que se decían de izquierdas. Pero es que el ministro de Franco -lo de «atípico» no lo entiendo-, es un fenómeno. Vean lo que señala a continuación: «Su cultura es inconmensurable. Es, ante todo, un intelectual en el sentido más amplio de la palabra. Humanista, políglota, y excesivamente enfadado». Vaya, alguna pega tenía que encontrarle. Una casi se imagina a Ildefonso, cual adolescente, con la habitación llena de fotos de Fraga.