GARA > Idatzia > Kultura

De «Cumbres borrascosas» a los efectos del terremoto en Japón, en la Mostra de Venecia Recortes

p041_f01_147x076.jpg

Alicia GARCÍA DE FRANCISCO (EFE) | VENECIA

La directora británica Andrea Arnold sorprendió ayer en Venecia con una versión naturalista del clásico «Cumbres borrascosas», caracterizado por la escasez de diálogo y de música, mientras que Sono Sion presentó «Himizu», una adaptación de un manga pasado por el tamiz del terremoto que asoló Japón. Dos historias que se mueven en el filo de la soledad en medioambientes duros y agrestes que condicionan el comportamiento de sus protagonistas.

En el caso de la enésima versión del clásico de Emily Brontë, la realizadora -ganadora de un Óscar en 2005 al mejor corto por «Wasp»- se ha dejado llevar por sus sentimientos para poner en pie una versión compleja de la ya de por sí complicada historia victoriana. Un Heathcliff negro para una historia de amor imposible por las diferencias sociales y en la que la naturaleza se muestra como un elemento importante en el comportamiento de los personajes.

«Es un libro muy profundo», explicó en rueda de prensa Arnold, que consideró que para unas personas que viven en un área tan salvaje como lo hacen los protagonistas, esa naturaleza tiene que ser obligatoriamente parte de su vida y de lo que son. Un «viaje alocado» que no sabía dónde ni cómo iba a finalizar y en el que intentó mantener la esencia de un clásico «casi imposible» de llevar a imágenes.

La japonesa «Himizu» por su parte, es una adaptación del manga del mismo título de Minoru Furuya, que el realizador Sono Sion modificó tras el terremoto que se produjo en Japón el pasado marzo. Una historia tan violenta física como mentalmente y que el director ya tenía en mente realizar. Simplemente cambió parte del guión para reflejar lo que el terremoto había supuesto para sus compatriotas.

El protagonista es Sumida, un joven de 14 años que vive con su madre en una casa precaria junto a un lago, donde se dedican a alquilar botes para navegar. Su madre le abandona y su padre aparece por sorpresa para pegarle, algo de lo que son testigos unos personajes que viven en tiendas de plástico tras haber perdido todo en el terremoto.

Arturo, f. Rodríguez

Artista

Estamos destinados a ver próximamente recortes presupues- tarios en ámbitos sociales y culturales. Pero lo cierto es que el desplazamiento de los recursos culturales viene de lejos y ha ido tomando diferentes fórmulas, que inevitablemente han devenido en «formas» de entender la cultura.

La más visible funcionó bajo el argumento del impacto de las infraestructuras (edificios y festejos), ante el cual no hubo una respuesta capaz de organizar alternativas sólidas, aunque sí valiosos experimentos de resistencia. El siguiente argumento, más reciente en el tiempo, vino legitimado a través del paradigma de la «autoorganización» de los y las productoras de la cultura como empresarios o empresarias. De fondo a este sistema, la idea de las industrias creativas, que sirvieron como modelo a una nueva economía en la que el talento, la creatividad y la iniciativa fueron conceptos clave para el discurso que se transmitió sobre el trabajo. El emprendedor se convertía así en un empresario de sí mismo, los artistas en freelance y la mediación encontraba nuevos espacios para crecer. A veces todo se fundía y confundía.

Pero las formas de vida y de trabajo artístico no son tan controlables como lo son otras formas de producción. Entre sus características está el asincronismo con la norma social y económica, la fermentación de su potencia y su disolución en el sistema al que pertenece para crear nuevos y traviesos virus.

La etapa de recortes que está por llegar puede suponer la superación de ciertas vacunas administradas al tejido creativo de nuestro panorama cultural durante los últimos años; puede ser el momento de incubar nuevas instituciones de lo común. Ya no hay optimismo capitalizable.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo