Ya están apareciendo las grandes apuestas de las cadenas para este inicio de temporada y de repente, en un primer encuentro, resulta que la serie de TVE «Águila negra», rompe el cuadro, con unos resultados de gran acontecimiento pero previamente Pablo Motos, en su debut en Antena 3, alcanza una audiencia de escándalo. Son dos productos televisivos que ya venían con su confirmación de interés demostrado en temporadas anteriores, y siempre hemos dicho que nos sorprende la fidelidad con la serie de la televisión pública estatal, a la que no encontramos suficientes alicientes ni artísticos, ni de trama, ni de realización como para encaramarse a los primeros lugares de recepción, pero que se ha convertido en un éxito continuado, lo que es más que meritorio y que son fenómenos siempre a analizar porque se basa en unos ingredientes que escapan a lo que ahora se estila en las series de producción propia.

La gran sorpresa es que Pablo Motos y su «El Hormiguero 3.0», se acerque al dieciocho por ciento de audiencia en su traslado de cadena. No ha cambiado casi nada, ha remodelado su parte epidérmica, cuatro detalles de nada, pero manteniendo el mismo espíritu. Llega a una cadena con vocación de dirigirse a las audiencias familiares, y si algo tiene Motos es que se mantiene siempre en un tono infantil-juvenil muy agradable. Además han promocionado muy bien este desembarco, y con el morbo de ver cómo responde ante el renuncio del capo Vasile en Tele 5, que no le renovó el contrato por desacuerdos económicos. Es decir, estaba en Cuatro, y en la fusión con Tele 5, Vasile consideró que no podía asumir las cantidades que pedía Motos, y se lo dejó escapar por apostar a la baja pensando que no tenía más ofertas. Le salió mal a Vasile, se le marcharon dos programas de éxito, el de Flo, y el de Motos, ambos de la productora de este último, por lo que no siempre los grandes acaparadores de audiencias saben medir sus fuerzas.

Estos son dos apuntes de lo que nos va ir proporcionando esta temporada que viene muy cargada de fanáticos en las tertulias políticas, porque están echando toda la carne electoral en el asador de la parrilla televisiva.