El ex trabajador del astillero Euskalduna José María Martínez Egurrola relató ayer en el Juzgado de Lo Social número 2 de Bilbo que «reparábamos los barcos sin saber qué era el amianto. Nadie nos dijo que era peligroso y no nos dieron ni ofrecieron equipo de protección frente al mineral que estaba en las tuberías y en todos los buques».

Así se pronunció para constatar que su compañero, el trabajador Alberto Revuelta, que falleció de un mesotelioma pleural a los 85 años, trabajó desde 1939 hasta 1984, cuando se prejubiló, en contacto con el cancerígeno. La familia de Revuelta solicitó un recargo del 50% de las prestaciones contra las empresas sucesoras de Astilleros Españoles SA, desde Izar, Navantia y Construcciones Navales del Norte, por la enfermedad profesional que le llevó a la muerte. El mesotelioma pleural no ofrece dudas y, si aparece, es porque ha habido contacto con amianto.

La defensa de Navantia e Izar Construcciones Navales rechazó la presencia de amianto en el astillero y dijo que se utilizaban equipos de protección, que el testigo de la familia de Miguel Revuelta negó. Lo peor de la vista llegó en un momento en el que el abogado de esas empresas dijo que con 85 años ya había superado la edad media de vida, lo que generó un malestar en la sala por la falta de ética del letrado.

Por otro lado, el abogado de Izar Construcciones Navales y Navantia rechazó toda presencia de amianto y, en cambio, aceptó un recargo de prestaciones del 30%, cuando la defensa del fallecido plantea el 50% por la falta de medidas de seguridad «exigibles para proteger al trabajador».

El representante de la Seguridad Social, por otro lado, negó que hubiera responsabilidad empresarial y, como los de las empresas, descartó que en esas fechas hubiera obligación en materia de prevención, aunque la abogada de la familia le respondió «que sí, como lo afirma el Supremo».