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Las montañas de Qandil, fortaleza asediada de la guerrilla kurda

En plena ofensiva del Ejército iraní sobre posiciones de la guerrilla kurda en las montañas de Qandil en Kurdistán Sur, GARA ha visitado el bastión del Partido por una Vida Libre en Kurdistán (PJAK). La facción oriental del PKK, con el que comparte ideología y logística, atribuye los ataques de Irán al decisivo rol kurdo en las revueltas de Oriente Medio.

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David MESEGUER

Qandil

Los kurdos estamos jugando un rol muy importante en la demanda de cambios democráticos y defensa de los derechos humanos en Oriente Medio. La reciente declaración de autonomía en Kurdistán Norte y la gran implicación de los kurdos en las revueltas de Siria e Irak irritan a un Ahmadineyad que quiere acabar con el PJAK y ocupar Qandil para evitar que la Primavera Kurda se extienda a su territorio», afirma con rotundidad Rewar Abdanan, guerrillero y congresista del PJAK.

Obtener su visión del conflicto no ha sido fácil. El bloqueo informativo que mantiene el Gobierno Regional de Kurdistán Sur hacia los periodistas que tratan de explicar qué sucede en Qandil y la virulencia de los combates que se libran en la zona, dificultan el acceso a las bases de la guerrilla kurda.

Tras dejar atrás la población de Qaladiza y burlar por un sendero casi impracticable el último checkpoint dispuesto por los peshmerga, las fuerzas de seguridad de Kurdistán Sur, el macizo de Qandil comienza a alzarse de forma majestuosa. Nos encon- tramos en el enclave de Sehit Harun, uno de los principales bastiones de la guerrilla en la zona fronteriza con Irán.

Después de sobrepasar un campo de desplazados civiles que han tenido que abandonar temporalmente sus aldeas por los bombardeos iraníes, llegamos al punto de encuentro previamente convenido con los guerilleros del PJAK. No se trata de ningún campamento, es un escondrijo en el fondo del valle en el que pueden observarse restos de obuses iraníes y los daños causados por su impacto. La guerrilla está movilizada y, por lo tanto, ha desmantelado temporalmente sus bases y dispersado sus efectivos para minimizar los efectos de los ataques aéreos y artilleros. Tras unos minutos de espera, desde las laderas descienden siete guerrilleros armados con Kalashnikov y M16.

La mayor ofensiva desde 2008

«Hemos visto unidades del Ejército turco y de la Guardia Revolucionaria iraní coordinando conjuntamente las operaciones militares en Qandil», asegura Rewar Abdanan, originario de Ilam, en Kurdistán Este, y enrolado en la guerrilla hace 13 años. La información aportada por este rebelde de escarpados bigotes confirma que la colaboración entre Ankara y Teherán para destruir las bases del PKK y PJAK en Kurdistán Sur se ha estrechado.

El régimen de los ayatolás lanzó una primera ofensiva sobre Qandil horas después que el Congreso por una Sociedad Democrática (DTK), organización paraguas del nacionalismo kurdo, proclamara la autonomía en Kurdistán Norte el 14 de julio. Unidades militares iraníes se infiltraron varios kilómetros en territorio de Kurdistán sur y combatieron a la guerrilla con intensa cobertura de artillería. Los combates de esta primera oleada se extendieron hasta el comienzo del mes de Ramadán, en agosto. Los choques entre el PJAK y el Ejército iraní provocaron más de un millar desplazados civiles y cerca de medio centenar de bajas en ambos bandos, destacando la muerte de un comandante de la Guardia Revolucionaria.

«Hace un año nuestro líder Murat Karayilan hizo pública una declaración para resolver la cuestión kurda en Irán de forma pacífica. El Gobierno de Ahmadineyad ha respondido de forma fascista y sin voluntad negociadora. La continua ejecución de activistas kurdos y la prohibición de cualquier manifestación cultural kurda son un claro ejemplo», denuncia Sirwan, guerrillero de Sanandaj, que lleva 12 años en las montañas.

El 7 de agosto, el líder del PJAK, Abdul Rahman Haji Ahmadi, refugiado en Alemania, ofreció dejar las armas si Teherán reconoce el derecho de esta organización a desarrollar una actividad política. Ignorando la propuesta de Haji Ahmadi y tras un descenso de la actividad armada durante el mes del ayuno musulmán, el Ejército iraní ha reanudado las hostilidades sobre la región de Qandil, provocando la muerte de 30 combatientes kurdos, según fuentes iraníes.

El PJAK ha negado el número de bajas facilitadas por Teherán, pero ha admitido el fallecimiento del comandante Majid Kawiyan. Ante esta coyuntura tan hostil, el PJAK declaró un alto el fuego el 5 de setiembre, que fue rechazado por el régimen iraní. Aunque ahora el PJAK simplemente mantiene una actitud defensiva, la situación ha obligado al mando del PKK a enviar efectivos a la zona para reforzar las posiciones de la guerrilla en la zona más oriental de Qandil.

En el frente norte, los guerrilleros tratan de sobreponerse a los intensos bombardeos de la aviación turca, que asegura haber matado cerca de 160 guerrilleros. El Ejército turco lanzó una dura ofensiva después que el 17 de agosto la guerrilla matara a ocho soldados y un paramilitar colaboracionista kurdo en una emboscada en Cukurca, provincia de Hakkari. Es la mayor ofensiva lanzada por Ankara desde febrero de 2008, cuando 10.000 soldados turcos penetraron cerca de 25 kilómetros en Kurdistán Sur.

«La lucha kurda está basada en el paradigma que Apo (Öcalan) recoge en su libro. Él es el único interlocutor que puede hacer avanzar el proceso de paz. Acatamos y defendemos todas sus opiniones para resolver el conflicto en Kurdistán», concluye Sirwan.

Barra libre en Kurdistán Sur

Desde hace años, Irán y Turquía gozan con el beneplácito y la pasividad del Gobierno Regional de Kurdistán Sur para lanzar operaciones contra la guerrilla kurda en su territorio. A principios de setiembre, Nechirvan Barzani, diputado del Ejecutivo y nieto del presidente, se reunió en Teherán con Mahmud Ahmadineyad para abordar la cuestión. Nechirvan y el mandatario de Kurdistán Sur, Massud Barzani, han pedido al PKK y al PJAK el abandono de la lucha armada.

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