Osasuna se luce en ataque generando muchas ocasiones, pero acaba sufriendo
Un equipo con pólvora, aunque sea mojada
Los rojillos confirman los presagios sobre su capacidad para crear peligro, pero no acaban de concretar sus constantes llegadas. Tras quince remates por tres del Sporting, un error de Andrés dio vida a los asturianos
Ramón SOLA |
Se intuía por la plantilla y la pretemporada, pero el primer partido en casa superó las expectativas. El fichaje de Osasuna se llama pegada, y a partir de ahí pónganle el apellido que quieran: Nino, Lamah, Cejudo, Kike Sola... Un grupo de cazadores que huelen la portería como si fuera la sangre. Y eso es todo un descubrimiento para una afición acostumbrada a lo contrario en estos últimos años: a más juego que goles, más toques que remates, más presencia que puntos.
Este Osasuna huele a pólvora... y eso hace que ahora sobre el humo del tiqui-taca. Mendilibar ha actuado en coherencia con sus mimbres. Si el año pasado se vio obligado, y más aún por la clasificación, a buscar las victorias con todo y estirar su equipo como un acordeón, en esta temporada sobran las estridencias. Marc Bertrán no será Nelson ni Raitala tendrá que galopar hasta el córner.
La sorprendente entrada de Lolo en el doble pivote es otra señal clara de que el de Zaldibar prefiere estar tapadito atrás. ¿Precaución? No, sentido común. Sabe que del centro del campo para adelante tiene jugadores capaces de sacarse las castañas del fuego por sí solos.
Ocurrió, sin embargo, que el Sporting venía a lo mismo. Cuatro atrás, Eguren con la escoba por delante junto a Sergio Alvarez, y todo encomendado a la calidad de los cuatro de arriba. Por eso, la primera media hora se consumió sin alardes, con demasiado protagonismo para los centrales en la salida de balón, poco ritmo y un césped que tampoco ayudaba.
Osasuna y Sporting jugaban al gato y al ratón, pero en los rojillos se adivinaba más instinto: Lamah se soltó un trallazo que no entró de milagro en el minuto 10, Raitala estuvo a punto de marcar en un disparo envenenado en el 21, y Lolo otro tanto de cabeza en el 22. Y oliendo la presa estaba sobre todo Nino, que se echó el primer gol al zurrón tras una buena combinación. Ni medio minuto después, Cejudo ampliaba la cuenta.
Siete ocasiones a una
Osasuna ya le había hincado los colmillos al Sporting, pero quería más. Antes del descanso casi lo encuentra Kike Sola de cabeza, el de Cascante otra vez en un disparo torcido, y Lamah a la salida de un córner. Las dos líneas de ataque rojillas aparecían insaciables, sin necesidad siquiera de que el balón llegara bien trenzado desde atrás. La posesión estuvo repartida al 50%.
Pelota, centro, remate. No había más hoja de ruta en la estrategia de los de Mendilibar, que en la segunda parte salieron aún más contundentes. El partido estaba tan cómodo, y el Sporting tan incómodo, que nadie lamentó que Nino, Lamah o Sola no hicieran el tercero en otros tantos fogonazos. Sólo faltaba Raúl García para sumarse a la fiesta, y el de Zizur apenas necesitó un minuto en el campo para entrar también en la competición de llegadas al marco.
Un cabezazo a bocajarro se marchó fuera por exceso de confianza, pero ¿quién se lo iba a reprochar si la afición era la primera que veía el partido hecho? La estadística marcaba para entonces 15 remates navarros por tres asturianos, y siete ocasiones claras frente a una.
Pero el Sporting también tiene su pistolero: Barral. El gaditano armó un disparo sorpresivo desde el vértice derecho del área, el balón no botó como Andrés esperaba... y el Sporting se vio de pronto metido en el partido. Tocaba ver si el nuevo Osasuna tenía instinto defensivo además de ofensivo, y el partido no resolvió la duda. Aún concedió un par de remates a los de Preciado, que habrían hallado un punto inesperado... e injusto.
Las cosas se quedaron ahí, en un susto. Y la grada se marchó feliz con un equipo que por una vez tiene instinto, aunque todavía no sea asesino.
El entrenador de Osasuna, José Luis Mendilibar, salió muy reforzado por el partido, tanto por la victoria como por el juego y sobre todo por el hambre mostrada por sus jugadores, a los que criticó el sábado por haber entrenado mal. «Hemos hecho un rondo de mierda», les censuró. Ayer, 24 horas después, quedaba claro que los rojillos habían captado el mensaje del míster, ya que salieron a por todas.
En la sala de prensa, «Mendi» se declaraba contento porque «hemos hecho muchas cosas bien y tenemos cuatro puntos. En el Calderón hicimos más cosas mal que bien y hoy hemos hecho más cosas bien que mal. Hoy me quedo con lo bueno, aunque no podemos dar tantas facilidades y tenemos que jugar más con la cabeza cuando estamos cansados».
El vizcaíno destacó el «buen juego» de su equipo durante los tres primeros cuartos del partido, pero lamentó los minutos finales: «Hemos empobrecido todo con el último cuarto. Nos ha entrado el miedo y el canguelo, y hemos sufrido más de lo que debiéramos, pero este club es así».
Mención especial merecía la actuación de Andrés, que en su primer partido en casa estuvo bien pero se tragó el gol del Sporting. Mendilibar le quitó hierro al asunto: «Sabe lo que ha pasado, pero ha seguido siendo valiente y demuestra que tiene personalidad. Ya sabemos que el error del portero supone un gol, pero parece que no pasa nada cuando hemos fallado el 3-0, que estaba a punto de caramelo», dijo, en alusión a la ocasión errada por Raúl García. Por cierto, preguntado sobre por qué no había entrado de inicio el de Zizur, Mendilibar volvió a reiterar que decide en función de los entrenamientos.
Bastante peor cuerpo tenía Manolo Preciado, un hombre muy querido en Iruñea y que también suele proclamar su amor por Osasuna y El Sadar. Afirmó que «ellos han estado incisivos y nosotros despistados y se nos ha ido el partido por ahí». Con su sorna habitual, el cántabro tuvo tiempo hasta para reírse de sí mismo: «Pensaba que a la mañana había dado una charla magistral, pero me parece que no ha sido tan magistral».