Lo peor, la lesión de Ander Herrera, una posible torcedura de tobillo
Los «leones» pagan su falta de gol
Los rojiblancos mejoraron mucho con respecto al partido contra el Rayo, pero les volvió a fallar el acierto anotador. El portero españolista impidió que los de Bielsa sacaran algo de Cornellá y el equipo se vino de vacío con la mente puesta ya en Bratislava
Joseba VIVANCO I
«¡Y yo que me quejaba de los puzzles de 1.000 piezas!», ironizaba un seguidor rojiblanco cuando horas antes del partido se filtraba la posible alineación que iba a presentar el Loco Bielsa en Cornellá-El Prat, con Iraola chupando banquillo, con el navarro Iñigo Pérez que pasaba de descartado en Lezama a titular en el lateral izquierdo, y el polivalente Oscar de Marcos que lo mismo sirve para jugar de carrilero que hacerlo en el centro de campo en lugar de su buen amigo Iturraspe. Y ni siquiera Ekiza desbancaba a San José como se había venido barruntando durante la semana. El sabio técnico argentino volvió a dejar claro -y ya van tres partidos oficiales sin que la prensa deportiva acierte una- que él hace las alineaciones más allá de las opiniones.
Y con esos mimbres comenzó dominando, al menos en cuanto a ocasiones, un arranque de partido en el que el primer balón que tocó San José fue para golpearlo en largo arriba. Lo cierto es que a los rojiblancos les costaba trenzar juego, pero tampoco los pericos llegaban. Fue Gabilondo quien lanzó fuera por poco una falta al borde del área, volvió a ser el donostiarra quien aprovechando una buena jugada cabeceó alto; una combinación entre Herrera y Muniain acabó con chut del primero para que se luciera el `maldito' sustituto de Kameni en la portería españolista... No fue hasta el minuto 18 cuando un disparo lejano de Javi Márquez hizo estirarse a un `ausente' Iraizoz. Poco después, Iñigo Pérez salvaba un balón que le había pillado con su hombre muy suelto... y fue el aviso del primer gol.
Álvaro desde la línea de fondo, con un Amorebieta un pelín confiado en que se le iba fuera, elevó el balón al segundo palo y allí el joven navarro, ayer lateral por orden y gracia de Bielsa, sólo se preocupó de mirar el balón, pero no de hacer lo mismo con el jugador que le venía por detrás, y en un lugar, el área pequeña, donde hay que morder en cada jugada, se le atragantó. Uno de ésos que son los más rápidos de la clase, Sergio García, de cabeza, anotaba su primer gol desde julio. Ya lo decía el actual seleccionador chileno Claudio Borghi, que sustituyó en el cargo a Bielsa, «no me gusta que se hable de jugadores polifuncionales. Para mí, el polifuncional juega mal en todos lados».
A partir de ese varapalo, el Athletic quedó en una especie de KO, con demasiados espacios entre líneas, con un rapidísimo Thievy -que había sustituido al poco del inicio del partido a un lesionado Albín- y un Sergio García que buscaba el segundo y al que se lo impidió un inspirado Iraizoz. Minutos de desconcierto y de acoso local en oleadas de los que los leones lograron recomponerse, al menos devolviendo ese miedo en el cuerpo a los de Pochettino.
La tuvo inmejorable en el minuto 34 De Marcos, al que Llorente dejó una asistencia de libro con el pecho y el alavés la elevó en exceso sólo ante el portero. Dos minutos después, un Iker Muniain que se sabe de memoria aquello que decía Valdano de «hacer sociedades» la hizo en este caso con un balón de tiralíneas a Llorente que, ante Cristian Álvarez, volvió a perder el duelo. Incluso Gabilondo volvió a obligar al guardameta a emplearse. Pero a este equipo le falta gol en este arranque de temporada, por mucho que el joven Herrera te las ponga como a Amancio.
Y en ese quiero y no puedo se llegó al final de un primer tiempo que se pasó a velocidad de vértigo, sin ningún equipo al mando, con nada de centrocampisto y mucho de rondar las áreas, pero con mal final para los rojiblancos que merecían más.
Entran Susaeta e Iturraspe
Y alguno, en el retorno al campo desde los vestuarios, debió de pensar que el Loco se había vuelto... pues eso. Susaeta e Iturraspe fueron su apuesta de urgencia para levantar el encuentro, retornando De Marcos al lateral. Y fue el de Matiena el que le metió ritmo o, al menos, provocó las primeras ocasiones. Tiró desde lejos fuera nada más arrancar y luego fue Muniain quien esta vez se asoció con él, como contra el Rayo, e Itu lo hizo todo bien menos salvar la presencia de un enorme Cristian que volvió a evitar el empate, como lo haría después.
Los de Bielsa salieron a por todas y con un planteal de atacantes de lujo. Tras una cabalgada de Muniain sólo ante el peligro -que ahora sí empezó a aparecer y echarse el ataque encima, mientras Herrera se desconectó un tanto-, cayó frente al área grande. Markel Susaeta la puso donde hay que ponerla y allí apareció la manopla milagrosa del arquero argentino. Y si contra el Trabzonspor fue como tratar de ligar con un árbol porque los turcos se metieron atrás, ayer, hasta entonces, como diría Diego Maradona, «llegar al área y no poder patear al arco es como bailar con tu hermana».
Empate, lesión de Herrera y gol
El ritmo del partido volvió a tomar un cariz trepidante, ése que se suele decir no les gusta a los entrenadores, sobre todo a los que van por detrás en el marcador. Pero fue ahí, justo, cuando en el 61, en el segundo córner del partido para el Athletic, esta vez, sí, Fernando Llorente, remataba, poderoso, un balón abierto. Por la escuadra. Y rompió el cielo con gesto de rabia el `9' riojano. Respiro entre los leones.
Una alegría que duró lo justo, porque el llamado a ser timón rojiblanco esta campaña, Ander Herrera, se rompía, solo, en mitad de campo. La ilustrativa imagen de sus manos cubriendo su rostro mientras era sacado en camilla lo decía todo. Peor incluso que la derrota en Cornellá. Salió por él Toquero, Iturraspe pasó a hacer de Herrera.
La dinámica del primer tiempo de ahora ataco yo, ahora tú, volvió en los siguientes minutos. La sensación de peligro rondaba las áreas. Y tanto fue el cántaro a la fuente que volvió a ser Sergio García quien lo rompió. Falta sacada rápida, el arieta gana a un sorprendido San José, Gorka no la atrapa y da una fatal segunda oportunidad al periquito. Faltaban 17 minutos para el final y la cara de Muniain reflejaba al palo para el equipo.
A pesar de ese doble gancho al mentón, los de Bielsa lo volvieron a intentar, con fe, pero sin suerte, y para nada fueron el equipo sin alma de la última media hora contra el Rayo. La tuvo Llorente a falta de cuatro minutos, pero anoche era como bailar con su hermana.
Muniain otra vez se echaba todo a la chepa, pero nada.Al final, once ocasiones, un sólo gol; el Espanyol, cuatro, y dos tantos. El discípulo le ganó al maestro. El Athletic mejoró, mereció mucho más, pero regresó a la capital bilbaina soñando con el portero Cristian Álvarez más que en la Europa League.