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Eva Aranguren, Peio Martínez de Eulate y Arantza Oskoz | Concejales de Bildu en Iruñea

Un poco de seriedad para el Gayarre

Consideramos que tanto ahora como dentro de cuatro años la persona que gestione el Gayarre debe hacerlo por su mérito y capacidad, y no por su «confianza» o afinidades políticas

Más allá de titulares y lecturas rápidas sobre lo ocurrido el pasado día 8 en la Junta de la Fundación Gayarre, merece la pena hacer una reflexión sobre el planteamiento que ha estado defendiendo el PSN, con el respaldo de Nafarroa Bai e IE, sobre la modificación de estatutos de dicha fundación. En primer lugar, la propuesta de modificar los estatutos de la Fundación Gayarre nace a raíz de la negativa de UPN a aceptar el resultado de la votación que tuvo lugar el pasado 5 de agosto en dicha junta, por la cual José María Asín fue elegido gerente del Teatro Gayarre frente al candidato de UPN, Pedro Lozano, que fue retirado por el señor Maya en el último momento.

Esta elección -en la que UPN y el alcalde en persona participó, dando legitimidad política al resultado- enseguida se vio cuestionada por interpretaciones jurídicas sobre su legalidad, por medio de informes que incidían en que, en estricta interpretación de los estatutos de la fundación, es al presidente de la Junta a quien corresponde proponer al candidato o candidata. Formalmente este razonamiento parece el argumento de mayor peso, ya que se han utilizado otros de muchísimo menos rigor, incluidas las alusiones a la cuerda política del señor Asín, para cuestionar a un profesional de talla, algo que sin duda es lamentable.

El mal perder que el señor Maya puso en evidencia desde el día de la primera votación ha sido, tristemente, la nota característica en el entuerto en que se ha convertido la elección de una figura que tiene la responsabilidad de gestionar la programación del teatro de la ciudad durante los próximos cuatro años. Y era obvio que ante el callejón sin salida de la acumulación de informes jurídicos la única vía práctica para solventar la situación era, precisamente, cambiar los estatutos de la Fundación. Ahora bien, ¿cómo y en qué sentido debía abordarse esta modificación? Desde nuestro punto de vista, si se afronta la modificación de estatutos de una institución debe hacerse con serenidad, rigor y seriedad, y con vocación de garantizar un procedimiento justo que asegure, no sólo ahora, sino también en el futuro, que la gerencia del Teatro Gayarre recaerá sobre una persona cualificada y profesional, y que este cargo no va a estar cada cuatro años a expensas de la voluntad política del partido de turno o del juego de pactos entre distintas siglas. Tenemos un ejemplo bien reciente de esta política del cambalache tan habitual en Nafarroa: la presidencia de la Mancomunidad.

La única manera de garantizar la profesionalidad y valía de un gerente y de evitar los amiguismos y nombramientos a dedo, una práctica sistemática en nuestra Comunidad, es, precisamente, establecer un procedimiento de elección conforme a criterios de mérito y capacidad, que obligue, en este caso a la Fundación Gayarre, a establecer un baremo y convocar un concurso público al que pueda optar toda aquella persona con experiencia y méritos que lo desee.

Ésta ha sido, desde el principio, nuestra posición. Ahora bien, precisamente dadas las circunstancias, y con afán de contribuir a que la situación específica que se ha dado este verano se «desatascase», introdujimos en nuestra enmienda a la propuesta del PSN que tras valorar los méritos de los distintos candidatas y candidatos, sería finalmente la mayoría de la Junta la que, de acuerdo a los puntos obtenidos, decidiera la persona más idónea para ostentar dicha gerencia. Este era básicamente el contenido de nuestra enmienda a la propuesta de PSN, NaBai e IE, que no establecía absolutamente ningún requisito ni condicionante objetivo y, es más, mantenía en manos del presidente de la Fundación el derecho a tomar la iniciativa para presentar a «su» candidato o candidata.

Desde un principio fuimos claros y advertimos tanto a PSN como a NaBai e IE -que, por cierto, presentaron públicamente su propuesta sin contar con Bildu- que no podríamos apoyar su propuesta de modificación si no se tenía en cuenta, también, nuestro criterio.

Son fundamentalmente razones de rigor y seriedad política las que nos llevan a defender que la Gerencia de Gayarre debe ostentarla una persona que acredite profesionalidad, currículum y experiencia, y sea elegida con transparencia, publicidad y en un proceso que garantice la igualdad de condiciones y oportunidades entre los candidatos.

Estamos totalmente abiertos a abordar una modificación estatutaria de la Fundación Gayarre que sirva, además de para «salvar la papeleta» en estos momentos, para fijar con carácter permanente un procedimiento mucho más serio y riguroso de elección de la persona que durante cuatro años tiene encargado gestionar tal institución. Aprovechemos la coyuntura para cambiar las cosas, y no sólo a las personas.

No ha sido nuestra falta de disposición al encuentro, sino la nula voluntad de aproximación por parte de quienes excluyeron desde el principio a Bildu la que hizo imposible el día 8 el consenso. Por nuestra parte, seguimos teniendo la mano tendida para un acuerdo que beneficie verdaderamente a la institución y a la ciudad. Porque sólo si rompemos de raíz con esa dinámica del «tejemaneje» partidario, fundamentalmente entre UPN y PSN, en los nombramientos conseguiremos que la gestión de instituciones tan representativas en este caso para la cultura como es el Teatro Gayarre en Iruñea alcancen la independencia, profesionalidad y autonomía que les corresponde. No es maximalismo, es sentido común.

Por nuestra parte, consideramos que tanto ahora como dentro de cuatro años la persona que gestione el Gayarre debe hacerlo por su mérito y capacidad, y no por su «confianza» o afinidades políticas. Si hay acuerdo en torno a esta premisa, tardaremos menos de un día en consensuar una fórmula de modificación de los estatutos que desbloquee la situación actual y, lo que es mucho más importante, que garantice una solución definitiva a esta polémica recurrente. Insistimos, nuestra mano está tendida.

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