Gloria Rekarte | Ex-presa política
El sábado 17 estaremos en Donostia
Primero fue Soria, Yeserías, Puerto de Santa María, Herrera de la Mancha. Luego la dispersión, el alejamiento, el aislamiento. Siempre, la vulneración de todos los derechos que ley y reglamento aparentemente garantizaban: las palizas en las cárceles y en los traslados; la desasistencia médica hasta la muerte, el aislamiento atenazando la cordura; las condiciones de vida más extremas. La vida de las presas y presos políticos vascos y la de sus familiares a disposición de una política penitenciaria cuyo diseño iba conformándose, paso a paso, a la medida del chantaje, la venganza y el ensañamiento.
Una política penitenciaria que dispone su voluntad de las vidas de las presas y presos políticos vascos y de la de sus familiares y amigos. Dispone de ellas y se las ha cobrado. Más tarde, la «ley Parot», la cárcel a perpetuidad, vino a salvar la posibilidad de que todas las medidas adoptadas hasta el momento no hubieran dado los frutos perseguidos en el breve espacio de tiempo de 30 años.
Hoy, el mantenimiento de la política penitenciaria es el signo primero del inmovilismo -ese inmovilismo burdamente disfrazado de firmeza-, con el que un gobierno rendido a la derecha intenta evitar el cambio político que la sociedad vasca exige, en el que hasta el momento, solo la izquierda abertzale se ha implicado y para el que solo la organización armada ha dado pasos de calado. Hoy, el mantenimiento de la política penitenciaria es el signo primero de la irresponsabilidad. Y frente a su irresponsabilidad, nuestra responsabilidad: porque la política penitenciaria debe ser desactivada inmediata y definitivamente, el sábado 17 estaremos en Donostia.