La celebración de la Diada de Catalunya nos dejó discursos duros, quemas de banderas y retratos del rey español y una resaca en los medios del facherío de Pancorbo para abajo que no tiene desperdicio. El contexto de una operación de reconquista y restauración española que, de la mano de la reforma constitucional exprés, amputa las ya de por sí ortopédicas competencias y de una sentencia judicial que ilegaliza de facto la política lingüística de inmersión ha determinado una celebración que ha tenido alto voltaje.

Servidora se puso a la tarea de escudriñar la sarta de memeces, insultos y exabruptos que servían los periódicos de la «España una y grande» y, ciertamente, no dio a basto. Me limitaré a una pequeña colección de «maravillas» y dejaré que el buen criterio de las lectoras y lectores las juzgue.

En «El Mundo», uno que a mi me parece muy repipi pero que tiene muy mala baba contra los abertzales vascos o catalanes, se ponía las botas. En su sección «La escopeta nacional» (tiene su guasa el nombre), Carlos Cuesta se ponía a hacer números sobre lo que recauda y lo que gasta Catalunya e iba apuntando una conclusión gloriosa: «Sólo una parte es desleal en la relación entre Cataluña y el resto de España: la que, en base a falsedades, viola los derechos de los padres a la elección del castellano. La que con desprecio por el progreso de su población desoye a la Justicia». Tiene gracia, «Catalunya desprecia el progreso». Pues a mi me parece, como a millones de vascos y catalanes, que España sí que es un atraso y que seguir sujetos a sus dictados y entramados es no ya sólo un problema, sino un auténtico desastre.

En primera y en el apunte editorial del mismo diario incidían en el «Català a l'atac!» que el escritor Màrius Serra declamó. A mí me parece un llamamiento razonable y proporcionado, pero a la tropa de Pedrojota la testosterona se les sube a la cabeza y dejan caer: «¿Qué dirían los nacionalistas si en una celebración del 12 de octubre alguién exclamara desde la tribuna: Español, al ataque?». Pues qué quieren que les diga, que sin tribuna y domingo, lunes y martes y en todas partes, esa España rabiosa no deja de morder.

El president Más declaró que «la transición nacional» está en marcha y, según los fachas, luego se quemaron las banderas. Causa-efecto, vaya. Pero aquí ya les tenemos calados esos trucos.