accidente nuclear en el Estado francés
Una explosión en un horno alerta del peligro de los residuos radiactivos
La explosión de un horno utilizado para el reciclaje de residuos radiactivos en una planta nuclear del sureste del Estado francés, que provocó la muerte de un trabajador y heridas a cuatro más, no provocó ninguna fuga al exterior, según las autoridades nucleares francesas, pero puso de nuevo ayer de manifiesto el peligro del almacenaje y la eliminación de los desechos. Los ecologistas alertaron de la peligrosidad del complejo.
GARA | CODOLET
Las autoridades francesas insistieron ayer en rebajar la gravedad del accidente ocurrido en una planta para el tratamiento de desechos nucleares del complejo atómico de Marcoule, en el departamento de Gard, en el sureste del Estado francés, aunque las organizaciones ecologistas recalcaron la «gran peligrosidad» de los residuos radiactivos que en ella se tratan. La planta se accidentó un día después de que se cumplieran seis meses del desastre nuclear de Fukushima y de que una nueva marcha exigiera el cierre de la central de Garoña, en Burgos.
La Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) gala excluyó que se hubiera producido una fuga radiactiva como consecuencia de la explosión de un horno de fusión metalúrgica en la planta nuclear Centraco (Centro de Tratamiento y de Acondicionamiento de Residuos de Actividad Débil), que provocó un incendio y causó al menos un muerto y cuatro heridos, uno de ellos de gravedad debido a las quemaduras. Todos ellos trabajaban para Socodei, la filial de EDF que explota la planta.
«No hay impacto al exterior», aseguró la ASN, que a las 4 de la tarde dio por «terminado» el accidente. En su comunicado, explicó que la explosión, cuyas causas aún se investigan, ocurrió en «un horno que sirve para fundir los residuos radiactivos metálicos de baja y muy baja actividad».
Socodei, por su parte, indicó que el local en el que se encontraba el horno afectado está «íntegro» y que los dos hornos con los que cuenta fueron parados de inmediato y enfriados.
También el director de seguridad del Instituto de Radioprotección y de Seguridad Nuclear, Thierry Charles, quiso transmitir un mensaje de tranquilidad a quienes viven cerca del complejo al subrayar que el accidente «se ha limitado a las instalaciones» y que «no ha habido fugas».
El Ministerio de Ecología, igualmente, puso el acento en que el complejo nuclear está «especializado en el tratamiento de residuos muy débilmente radiactivos», mediante su fusión, en el caso de los metálicos (válvulas, bombas, herramientas...), o su incineración, en el caso de residuos combustibles como guantes y batas de trabajo de los técnicos.
Según un portavoz de EDF, se trató de «un accidente industrial y no un accidente nuclear».
Las autoridades, centradas en minimizar el impacto del accidente en un Estado firme defensor de la energía nuclear y en el que el 75% de su electricidad proviene de las centrales atómicas, no adoptaron ninguna medida de confinamiento o evacuación de los empleados, aseguraron que los heridos no estaban contaminados y afirmaron que el fallecido murió a raíz de la explosión.
La Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) confirmó lo dicho por las autoridades y agregó que «el principal radionucleido detectado en el desecho es cobalto-60», un isótopo que tiene aplicaciones médicas.
Pero aunque el sector resta importancia a estos sucesos, organizaciones ecologistas volvieron a cuestionar tanto el programa de tratamiento y reciclaje de los desechos nucleares como la propia energía atómica. De hecho, allí se elabora, por ejemplo, un combustible altamente contaminante y activistas de la zona llaman al complejo nuclear «Fukushima sobre el Ródano».
Peligrosas y contaminantes
El responsable nuclear de Greenpeace en el Estado español, Carlos Bravo, afirmó a Efe que la situación es «muy preocupante» por su «peligrosidad», ya que el complejo almacena residuos de pruebas militares encaminadas a construir la bomba atómica francesa y reactores experimentales. «Son reactores rápidos, reproductores, con combustible de plutonio, ligados a la experimentación militar de las que se sabe poco, pero que han resultado un fracaso comercial por su peligrosidad», apuntó. Aunque admitió que hay poca información, aseguró que Greenpeace está al tanto del tipo de trabajo que se desarrolla en Marcoule, involucrada en el desmantelamiento de instalaciones nucleares y en la gestión de residuos. No obstante, subrayó que «el riesgo potencial es muy grande, por el gran volumen de residuos de plutonio que proceden de experimentos militares».
El físico nuclear Francisco Castejón, de Ecologistas en Acción, incidió en que «son actividades muy contaminantes y de una peligrosidad de la que ya habíamos alertado», y cuestiona «el programa de reciclado de combustible nuclear» en el que se fundamenta la industria.
El eurodiputado ecologista corso François Alfonsi, que ayer acudió a Hendaia a un encuentro organizado por la candidatura Europe Ecologie-Regions et Peuples Solidaires al Senado francés, encabezada por el bajo navarro Saveur Bacho y que cuenta con el respaldo de AB y EA, respondió a las preguntas de GARA sobre la explosión de Marcoule.
Alfonsi expresó su preocupación por el incidente y apeló a no restar relevancia «a lo que hoy se califica de accidente industrial, pero que todos sabemos puede convertirse mañana en una crisis nuclear», informó Maite Ubiria.
El eurodiputado recordó que el Estado francés ha puesto históricamente freno a que Bruselas conduzca la estrategia energética de la Unión Europea «y ello ha sido por su obsesión en aferrarse a la energía nuclear, que es peligrosa en Japón y en Francia, y a la que la opinión pública francesa vuelve cada día más la espalda».
Europe Ecologie aboga por el abandono progresivo de la energía atómica y, según Alfonsi, «si la cuestión nuclear estaba ya en la agenda política tras el desastre de Fukushima, es evidente que tras lo ocurrido en Gard, el debate marcará de manera todavía mas clara la cercana campaña a la Presidencia francesa».
También desde Euskal Herria, Eguzki y Ekologistak Martxan llamaron la atención sobre el peligro al que «el mundo está expuesto conviviendo con centrales y residuos nucleares». Volvieron a demandar el cierre de todas las plantas atómicas y, en especial, de Garoña, y afirmaron que la energía nuclear no ha sido capaz de dar solución a la gestión de los residuos que genera y que las plantas atómicas son «una bomba de relojería que el ser humano es incapaz de controlar».
Eguzki incidió en la falta de credibilidad de las afirmaciones sobre que la tecnología y sistemas de seguridad hacen infalibles las centrales y dijo que «no hay criterio económico, ecológico ni democrático que avale el funcionamiento de la energía nuclear».
Ekologistak Martxan recalcó que «el peligro está ahí y nos la estamos jugando».
Al poco de conocerse el accidente en el complejo nuclear de Marcoule, las acciones de EDF llegaron a perder más de un 6% de su valor en la Bolsa de París, para después atenuar su caída hasta el 5,46%.
La dirección general de Protección Civil de la Generalitat de Catalunya activó ayer el plan de protección Procicat en fase de prealerta preventiva tras la explosión en Marcoule para seguir minuto a minuto la evolución del accidente.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, activó los dispositivos políticos, administrativos y técnicos para el seguimiento del accidente y puso en alerta al Gabinete de crisis para evaluar posibles medidas ante una fuga.
La Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) constató ayer que la expansión de la energía atómica sufrirá una ralentización en los próximos veinte años a raíz del desastre de Fukushima. Su director general, Yukio Amano, aseguró ayer ante la Junta de Gobernadores, que tras el accidente de Fukushima y hasta 2030, el número de nuevos reactores nucleares crecerá en el mundo entre 90 y 350 unidades. «Se dará continuado y significativo crecimiento del uso de la energía nuclear, aunque más lento de lo estimado en proyecciones previas», señaló.
Hoy día existen 432 reactores operativos y, teniendo en cuenta que algunos países han anunciado el abandono definitivo de la energía nuclear, el mundo podría albergar en 2030 entre unas 500 y 700 unidades atómicas. Según Amano, la ralentización comprende el abandono alemán y suizo, algunos cierres inmediatos tras Fukushima, la revisión en Japón de parte de sus planes de expansión y la renuncia a esta energía decidida por los italianos en referendo. Su expansión se producirá, sobre todo, en aquellos países que ya disponen de ella, sobre todo estados emergentes como China e India.
En la reunión de Viena, Amano presentó un «plan de acción» para mejorar la seguridad atómica en el mundo que, sin embargo, no contiene ningún carácter obligatorio en los controles internacionales de seguridad nuclear, tal y como exigió el director general de la AIEA hace unos meses. En junio propuso que la AIEA inspeccione de forma aleatoria un 10% de los 432 reactores nucleares existentes en el mundo, algo que ha sido eliminado del plan presentado ayer. EEUU y Gran Bretaña, que exigen controles exhaustivos para otros, rechazaban inspecciones aleatorias afirmando que confían más en los controles estatales mutuos y voluntarios. GARA
La primera central nuclear de Irán, Bushehr, comenzó ayer a generar electricidad, tras una ceremonia a la que asistieron representantes de Rusia, que la construyó. Su potencia aumentará por etapas y antes de marzo se integrará por completo en la red eléctrica.