Último intento tras el anuncio del bloqueo de las negociaciones en Bélgica
El anuncio de un bloqueo que parecía casi definitivo de las negociaciones para formar gobierno en Bélgica llevó a los partidos que participan en las conversaciones a acercar posturas en un pacto en el que no participa el independentista N-VA, ganador de las elecciones.
GARA
El que se espera sea el próximo primer ministro de Bélgica, Elio Di Rupo, anunció ayer el bloqueo total de las negociaciones para formar gobierno, pidiendo un esfuerzo de los partidos políticos para salvar el país.
«A pesar de todos los esfuerzos llevados a cabo y de algunos avances, el formador (de gobierno) tiene la obligación de constatar el profundo bloqueo de las negociaciones. La actitud de algunos rompe el equilibrio indispensable para alcanzar un acuerdo» declaró en un comunicado y anunció su intención de reunir a los ocho partidos francofonos y neerlandófonos «para un último intento»
Di Rupo «apeló a un último esfuerzo de responsabilidad de todos los partidos en torno a la mesa» y subrayó que «está en juego el futuro del país». Los principales partidos del país, excepto los ganadores de los últimos comicios, los independentistas flamencos de la N-VA, comenzaron a negociar a primera hora de la tarde una solución.
Unas horas después el diario «Le Soir» anunció que Di Rupo presentaría al rey belga Alberto II un acuerdo definitivo sobre el distrito electoral y judicial de Bruselas-Halle-Vilvoorde, principal escollo en la negociación.
Leterme abandona
El anunció del bloqueo se produjo después de que el primer ministro, Yves Leterme, encargado de gestionar los asuntos corrientes mientras duran las negociaciones, anunciara que dejaría sus funciones para convertirse en secretario general adjunto de la OCDE en París, lo que agravaba aún más la larga crisis de gobierno.
El secretario general de este organismo, Angel Gurría, señaló que los representantes de este organismo aprobarán la propuesta mañana.
Leterme precisó que, en caso de confirmarse su nombramiento, la fecha en la que asumirá sus funciones tendrá en cuenta sus actuales responsabilidades como primer ministro en funciones, aunque, en cualquier caso, no será más tarde del fin de año.
«Ahora seguirá llevando el timón del país, pero la OCDE no va a esperar uno o dos años a que Bélgica se dote de un gobierno», añadió Gurría.
Bélgica arrastra la crisis de gobierno desde hace cuatro años, cuando el jefe de filas democristiano flamenco, Yves Leterme, plantea una vasta reforma del Estado, pero fracasa en su intento de formar gobierno. En diciembre el primer ministro saliente, Guy Verhofstadt (liberal flamenco) dirige un gabinete de transición. Leterme forma su primer ejecutivo en marzo de 2008. En setiembre el partido independentista N-VA rompe su alianza con los democristianos flamencos y en diciembre cae el Gobierno Leterme, acusado de presionar a la justicia para salvar al banco Fortis de la quiebra.
El nuevo gobierno dirigido por el flamenco Herman Van Rompuy dura hasta noviembre de 2009, cuando éste es nombrado presidente de la UE.
En abril de 2010 dimite el nuevo gobierno de Leterme por el bloqueo entre los partidos francófonos y flamencos. En las elecciones anticipadas el N-VA logra más del 28% de los votos. Elio Di Rupo, líder de los socialistas francófonos, se encarga en julio de formar gobierno, pero su fracaso le lleva en setiembre a comenzar de cero. El presidente de la N-VA, Bart De Wever, propone reforzar la autonomía de las regiones. Su plan es rechazado por los francófonos. El nuevo conciliador, el socialista flamenco Johan Vande Lanotte, no tiene mayor éxito y en enero el N-VA y los cristianodemócratas rechazan su propuesta de compromiso. En febrero el rey encarga al ministro de Finanzas Didier Reynders retomar el diálogo. En julio Di Rupo relanza las negociaciones con ocho partidos, en las que los cristiano demócratas flamencos se desmarcan de la N-VA. GARA
La crisis hizo al rey Belga, Alberto II dejar precipitadamente sus vacaciones en Niza y regresar a Bélgica a bordo de un avión militar. El monarca belga juega tradicionalmente un papel mediador entre los partidos, sobre todo en períodos de crisis.
