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Raimundo Fitero

Tiene razón

Tiene razón Antonio Resines cuando se queja de una crítica aparecida en El País sobre la versión de «Cheers» que él protagoniza en Tele 5. Su denuncia es que los «anormales» no se han dado cuenta que la productora de la serie pertenece al grupo Prisa. Y añade: «Si a David Trueba (el crítico habitual de televisión en el periódico) no le gusta, no dice nada y punto». Así es, tiene razón Resines, los medios de comunicación pertenecen a grupos con intereses multimediáticos y no se puede opinar con libertad sobre lo que está afectando a la misma cuenta de resultados. Es decir, no se trata de una censura ideológica, sino empresarial, industrial, económica. Que es exactamente lo mismo, pero con más connotaciones matemáticas. Lo de ser crítico está muy mal visto últimamente. Sospechosos de todos lo vicios, la verdad es que la limitación de opinión se impone. Casi todos los medios de comunicación tienen su consejo de administración, político, o su accionariado, económico, o sea, político también, y se defienden ideas partidistas con uñas y dientes porque son los partidos que mañana pueden tener los instrumentos públicos para repartir ayudas, subvenciones, publicidades. En el periodismo clásico, existían unas islas, unas excepciones que eran los críticos y los columnistas independientes. Eso se acabó. O comulgas o participas del negocio o el futuro se hace incierto.

Lo grave es cuando estamos ante un «grupo» de presión, con varias cabeceras de periódicos, editoriales, productoras de cine, cadenas de televisión, productoras y todo el entramado de contenidos y servidores contaminado. Es cuando sus páginas especializadas, llamadas culturales como señuelo, se convierten en ridículas, la supuesta crítica en agente propagandístico, especialmente si es de libros, series o película producidas o participadas por alguna de sus empresas interpuestas. Y eso lo sabe perfectamente Resines, y pide coherencia. O dicho de otro modo, recuerda las reglas del juego tramposo en el que se mueve el negocio actual. Lamentable, pero rigurosamente cierto. La bronca acaba de empezar. Y Antonio Resines no se va a callar porque sabe muy bien de lo que está hablando.

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