Gerardo Naranjo y Stephanie Sigman | director y actriz protagonista de «miss bala»
«El mundo del narco está lleno de ignorancia, de paranoia y desconfianza»
El mexicano Gerardo Naranjo ha dirigido películas como «Voy a explotar» (2008), premio Fipresci de la crítica en el Festival de Tesalónica y tres premios en el Festival de Guadalajara. Estos días presenta, junto a su actriz protagonista, Stephanie Sigman, «Miss Bala», que compitió en la sección Un Certain Regard del pasado Festival de Cannes.
M. LARRINAGA | DONOSTIA
Gerardo Naranjo (México D.F., 1971) tenía una clara intención cuando empezó a trabajar en el proyecto de «Miss Bala»; reflejar la realidad del crimen organizado mexicano, nada que ver con la información que ofrecen de los medios del país. El resultado es un largometraje duro, austero, sin adornos y lleno de crudeza y realidad mexicana. Estos días se encuentra en Donostia junto a su actriz protagonista, Stephanie Sigman, presentado su último trabajo en la sección Horizontes Latinos.
«Miss Bala» es una película sobre una aspirante a miss que se encuentra metida en una banda de carcos. ¿Que pretendía contar con esta historia?
Gerardo Naranjo: La película nace de una indignación de como los medios tratan el crimen organizado, porque por más que la película se incluya dentro de la «narcocultura», no tiene una sola imagen de drogas, ni una alusión a ellas. No podría decir que los criminales no tienen nada que ver con las drogas, pero suponemos que son narcotraficantes. Ha habido muchas manifestaciones llamémosle culturales que van desde la telenovela donde tratan la violencia organizada obviamente muy superficialmente, hasta comedias, poniendo a los criminales en posiciones de héroes o de personajes aspiracionales. Obviamente toda la sociedad está indignada o hay repulsión hacia el crimen, pero, al mismo tiempo, en los medios siento que están haciendo un culto hacia él. Por eso, pensé en investigar estos clichés que tenemos del criminal que trae las camionetas, que está de fiesta constantemente, que es una fiesta ser un criminal en México... Nos asomamos a ese mundo y vimos que no era de esa manera. Vimos que es un mundo de mucha ignorancia, patético, lleno de paranoia, desconfianza, odio... y que no es esa fiesta que nos prometen los medios. Por eso me parecía una buena oportunidad para expresar eso.
Antes de empezar con el rodaje, realizarían alguna investigación.
Al principio estábamos haciendo una película sólo sobre la violencia cuando salió la noticia de que una miss de belleza fue arrestada con unos presuntos criminales. A ella le dejaron salir a la semana por la puerta de atrás de la comisaría en la mitad de la noche. Nunca se demostró nada y, basándonos en esa anécdota, porque no queremos hablar de ella o de particulares, empezamos a crear un guión donde una muchacha con pretensiones de reina de belleza se alía con criminales. Así, si tomábamos como punto de vista al personaje de la miss, nos daba una referencia muy clara de los criminales, los veíamos desde fuera, no nos metíamos en su psique, y eso nos libraba de muchas de las cosas que no queríamos hacer.
Una de las ideas en las que se basa la película es estar comprometidos con la ignorancia del personaje. Laura no entiende quiénes son los buenos, los malos, cuáles son las ligas de poder. Ella sólo va viviendo cada momento con una información muy sesgada.
En las escenas violentas sólo aparece en pantalla la cara de Stephanie.
La película vive mucho de subvertir el género. Es como un thriller salvo que no sabes lo que piensa el malo o el bueno. La atención de la cinta nace de la frustración del espectador que quiere adentrarse en la cabeza de este personaje que no sabe lo que está pensando. Creo que, al mismo tiempo, en contradicción con el cine de acción, donde tú ves al malo disparando como un evento placentero, semánticamente como eyaculatorio, resultó muy interesante darle la vuelta y ver a la víctima y las consecuencias de ese desenfreno placentero. Además, hacerlo patético era algo muy importante, quitarle la gloria, verlo como un evento lleno de vergüenza sin gloria. De esa manera, el terror se vive en primera persona y no lo ves.
Stephanie, ¿fue difícil encarnar a Laura?
Sí, lo fue. Era consciente de cómo iba a ser después de haberla grabado en vídeo antes de filmarla y sabía más o menos en que dinámica íbamos a entrar. Pero una cosa es la teoría y otra cosa es la práctica y fue agotador físicamente y, sobre todo, emocionalmente. A veces también fue frustrante no poder explotar, pero también era lo que queríamos hacer. Gerardo me dijo: `Te quiero contenida', no queríamos llegar al melodrama ni mucho menos y creo que eso lo hace todavía más complejo. Tenerlo sin hacerlo. Para interpretar me basé más que nada en la sensación. Hicimos un estudio del personaje antes y, más que la investigación, era vivir la situación y dejarte ir. Sentir el miedo.
G. N.: La aproximación a la puesta en escena fue tratar de crear la emoción. Ella no conocía al personaje que hace de malo y cuando hicimos el casting noté que le tenía mucho miedo. Cuando hacíamos las escenas, como ya lo habíamos hecho en vídeo, ella ya sabía la coreografía interna de cada toma. Llevaba la coreografía interna y él se encargaba de darle la intensidad emocional. Cada vez que íbamos a filmar, él la amenazaba, traía armas y se las ponía en la cabeza, hacían esas cosas de actores, lo que para mí es muy importante, darles esa libertad porque no sé cómo van a llegar a esa emoción pero lo importante es que la tengan.
¿Cómo fue el rodaje. ¿Tuvieron problemas?
S. S.: Fue muy duro, porque era entregar el cuerpo y el alma. Eran muchas horas y mucho trabajo. No se hizo en mucho tiempo y había que trabajar hasta tarde y el clima no ayudó mucho.
G. N.: La dinámica era dejar a Stephanie sola y, a continuación, se grababa una toma donde sufría mucho daño físico. Después de cada toma había que ir para ver si estaba bien y de nuevo volvía a estar sola. Más que físico, fue más un desgaste mental. Habíamos hablado de ello previamente y ya le dije que seguramente se volvería loca eventualmente.
Hay que tener en cuenta el tipo de material que estábamos haciendo: violencia en las calles... Estaba claro que había posibilidades de sufrir problemas. estábamos hablando del crimen organizado y eso está en la calle y estábamos en contacto con ellos. Aun así, el trato fue respetuoso, sabían que estábamos haciendo una película, sabían que todo era más o menos mentira, aunque en ciertos lugares nos dijeron que no sacáramos armas... Nos dimos cuenta de que la Policía no es la que manda en las calles. El nivel de relación de las autoridades con el crimen es grande; es difícil de definir, porque va de caso en caso. No podemos asegurar que el Gobierno está relacionado, pero viven muy cerca y cada vez que hay un acontecimiento antinarco grande, hay una historia detrás.