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san mamés | Derrota rojibanca

Un cúmulo de despropósitos

Una falta inexistente, un despiste defensivo y un penalti discutible sentencian a un mal Athletic que no supo trasladar a San Mamés la imagen de Bratislava. Pese a su pésima actuación, la casta permitió a los rojiblancos soñar con salvar un punto en la recta final.

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ATHLETIC  2

BETIS  3

Amaia U. LASAGABASTER

2.200 kilómetros separan Bilbo y Bratislava. Y mayor aún es la distancia, más allá de que tampoco se pueda entrar en comparaciones con el nivel de los rivales, entre el Athletic que triunfó en el Pasienky y el que se la pegó anoche en San Mamés. Si en la capital eslovaca cualquier otro resultado diferente a la victoria habría resultado impensable, otro tanto puede decirse de lo que sucedió en el estadio rojiblanco. Otro tanto, siempre y cuando se cambie «victoria» por «derrota», claro.

Porque lo de ayer fue un naufragio en toda regla. El Betis fue claramente superior a un Athletic que se vio desorientado en algunos momentos y directamente perdido en todos los demás. Y que además se vio sentenciado por los errores, propios y ajenos. Porque, y de ninguna manera debe entenderse como excusa en una noche aciaga como la de ayer, Ayza Gámez se sumó a la pobre actuación rojiblanca para allanar aún más el camino a su rival. Una falta inexistente, de la que nació el primer gol verdiblanco, y un penalti discutible, aunque la mano existió, contribuyeron a engordar el botín de los béticos.

Por primera vez esta temporada, Marcelo Bielsa repitió alineación -aunque Gurpegi no tardó en intercambiar su posición con Javi Martínez- para hacer frente a un Betis que llegaba a San Mamés con pleno de victorias a las espaldas y su portería inmaculada. Por algo era. Al margen de las facilidades que le ofreció su anfitrión, el equipo de Pepe Mel fue un rival complicado. Bien plantado, seguro en defensa y con gente rápida, móvil y peligrosa por arriba.

Y con la confianza que otorgan los buenos resultados. Como el optimismo, suele ser difícil de acumular y fácil de atenuar. El que había renacido en el bando rojiblanco tras el choque de Bratislava necesitó menos de un cuarto de hora para desvanecerse. A los seis minutos de partido, Ayza Gámez se inventaba una falta de Amorebieta pegadita al área. Lanzó Beñat, cantó Iraizoz y se adelantó el Betis. Seis minutos más tarde, Nacho le robó la cartera a Susaeta y aprovechó el despiste generalizado de la zaga para realizar una pared con Jefferson Montero y anotar el segundo.

Para la media hora, con un cabezazo de Llorente a saque de esquina como único bagaje ofensivo rojiblanco, el marcador podía haber sido de escándalo. Por fortuna, Amorebieta evitó que Jonathan Pereira se plantara solo primero, y el palo repelió el disparo de Roque Santa Cruz después. Pudo haberlo lamentado el Betis porque, poco después, aparecían Muniain y Susaeta para que De Marcos rematara en última instancia, acortando distancias.

La parroquia de San Mamés, considerablemente mosqueada -y más que lo iba a estar-, se aferró a ese clavo para recuperar un mínimo de ilusión. La mecha se consumió aún más rápido que la anterior porque en el último minuto del primer tiempo, un despeje de Amorebieta daba en la mano de De Marcos. La jugada podía dejar lugar a las dudas, pero el árbitro no las tuvo. Salva Sevilla ejecutó el penalti y el 1-3 subió al luminoso.

De mal en peor

Lejos de mejorar, la cosa empeoró tras el descanso. Ni se notó que el Betis jugara en inferioridad la recta final. Y eso que un par de arreones de Munian -Beñat envió su remate a córner y después fue Iturrape el que lanzó a las nubes una asistencia suya- pudieron augurar lo contrario. Pero el genio del navarro fue insuficiente para salvar a un Athletic inofensivo arriba y horrible detrás. Por fortuna, el Betis no supo aprovechar las facilidades. De lo contrario podría haber firmado un marcador de escándalo. Al remate de Jefferson Montero le faltó un pelo para entrar y al de Jonathan Pereira le sobró, otra vez, la madera.

Con los jugadores desesperados y los aficionados aún más, al Athletic ya sólo le valía apelar a la casta. Bueno, y al árbitro que, poco después de que Casto salvara un cabezazo de Llorente y poco antes de tragarse uno más claro también por mano, vio penalti en otra mano discutible. Esta vez de Chica, que David López transformó en el 2-3.

Tocaba soñar, por pura cuestión de deseo. Pero el tiempo también se agota rápido cuando más se necesita y al Athletic, como su juego, se le quedó corto.

 

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