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59 DONOSTIA ZINEMALDIA

Viaje no-ficticio

...si cada etapa concluye con una parada en una sala de proyección, el viaje se hace casi interminable, porque una pantalla de cine es una ventana abierta al mundo

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BLOG(EROA) 21 de setiembre de 2011

Víctor Esquirol | Crítico de cine

Del Museo San Telmo a los cines Antiguo Berri, y de allí a los cines Príncipe hay un par de kilómetros. A paso ligero, se completa el recorrido en menos de una hora. Algo insignificante, pero si cada etapa concluye con una parada en una sala de proyección, el viaje se hace casi interminable, porque una pantalla de cine es una ventana abierta al mundo. Es una pedantería, pero no por ello deja de ser cierto.

Del lugar de nacimiento de Jean-Claude Carrière al sitio donde será enterrado hay todavía menos separación. Unos doscientos cincuenta metros a mucho estirar. Una distancia que, unida a su nombre, da título al documental dirigido por Juan Carlos Rulfo, dedicado al que ha sido guionista de más de cincuenta películas. Leyenda viva del cine, este «escritor profesional» nos lleva por todos los rincones que han tenido importancia en su vida. Desde Toledo, donde todavía se recuerdan las cogorzas de campeonato de Buñuel, Lorca y Dalí, a la India y sus 36.000 deidades, pasando por París, donde cultivó su amor por el cine, o Nueva York, donde en plena explosión del movimiento hippie, mantuvo un apasionado romance con Milos Forman. Y así muchos lugares más en los que Carrière, sabio donde los haya, comparte con nosotros pequeños bocados de su valiosa experiencia fílmica y vital, extrayéndose en ambos campos conclusiones igualmente placenteras.

El primer alto ha sido satisfactorio. Siguiente estación: Líbano. En inglés, «Next Music Station: Lebanon», documental proyectado en Zinemira, dirigido por el vasco Fermin Muguruza y financiado por el archifamoso canal Al Jazeera. ¿Cómo se fuma esto? Con shisha, obviamente, y se disfruta de lo lindo, más aún si el oído musical está mínimamente entrenado. Con una extensión comparable a la de Asturias, una población inmersa en un dramático proceso de diáspora y con la espada de Damocles en la que se convirtió hace años su belicoso vecino del sur, el Líbano puede llegar a ser un país ciertamente desolador... pero a la vez lleno de vida. Dejando absoluta libertad a sus protagonistas, Muguruza traza con agilidad el mapa de los sonidos de esta singular nación, mosaico de culturas y filosofías, que cristalizan en una amalgama musical en la que se encuentran rarezas tan exquisitas como el arab-tango, el hip hop surgido de los campos de refugiados palestinos, o el rock que rinde culto al caos de Beirut. Pura delicatessen, tanto a nivel musical como político, histórico, social...

Yallah yallah, que el pasaporte echa humo y por la noche hay que asistir a la inauguración del nuevo espectáculo del cabaret más famoso de París. Después de la colosal «La danza», el documentalista Frederick Wiseman se asienta en «Crazy Horse», donde se ofrece el mejor espectáculo nude-chic del mundo. Lo que sería El Cirque du Soleil erótico. On y va, más que por la carne -que también- por el jefe que mueve los hilos. Desde que debutara en la década de los sesenta con la escalofriante y censurada «Titicut Follies», Wiseman se ha mantenido fiel a su estilo: extremadamente escueto en lo que a explicaciones se refiere, e inquebrantablemente cercano a los personajes retratados. Así, la cámara se convierte en un implacable bisturí que, con precisión quirúrgica, disecciona las entrañas del lugar a explorar, haciendo que éste se muestre siempre como un sitio ideal en el que perderse. Ya lo hizo con el Ballet de la Ópera de la capital francesa... y lo ha vuelto a hacer con esta atracción turística algo subida de tono. Desde las oficinas al escenario donde se busca el máximo placer para los sentidos, todo lo que pasa en este edificio es apasionante y, efectivamente, perderse en él es una delicia.

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