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«Ferran Adriá nos ha inculcado una idea distinta de lo que es comer»

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Gereon weltze y Ana Ginestí

Director y guionista de «El Bulli: Cooking in Progress»

Les atrajo la faceta investigadora de El Bulli, lo que se «cocía» en el laboratorio de Barcelona los seis meses al año que el restaurante permanecía cerrado. «El Bulli: Cooking in Progress» es el resultado de las largas horas en las que fueron testigo del proceso de creación de Ferran Adriá y su equipo más cercano.

Xole ARAMENDI | DONOSTIA

Gereon Weltze y Anna Ginestí querían entender no tanto qué hacen en el laboratorio barcelonés, sino cómo lo hacen. ¿De dónde salen las ideas? se preguntaban. En busca de la respuesta, viajaron desde Alemania, donde viven, a la capital catalana y cámara en mano, observaron el proceso creativo de El Bulli. La atracción inicial fue la del creador que trabaja en grupo y de su mano han descubierto la gastronomía.

El documental ya ha llegado a los cines de EEUU, Alemania y Holanda. Ya tienen distribuidor en el Estado español. Se espera que se estrene en marzo.

Han conseguido plasmar la idea que tenían en la cabeza?

G.W. Sí y y no. Lo más importante de este documental es que tienes acceso a las mentes y a su forma de pensar.

Tuvieron las oportunidad de disfrutar del menú de El Bulli. ¿Cómo definirían la experiencia? No es comer, es algo más sensorial...

A.G. No, es más que comer, aunque todo está buenísimo. Fuimos cuatro personas y fueron cuatro horas en las que sólo hablamos de comida. Creas un mundo... Una cantidad de sensaciones... Hay muchas sorpresas y reflexionas constantemente. Hablamos mucho.

¿Adriá quería transmitir alguna idea al público a través de este documental?

A.G. Nos dejó mucha libertad. A él le interesaba, al igual que a nosotros, lo que fue una ventaja, centrarse en la creatividad. Él quiere que el público vea que le interesa abrir nuevos caminos -técnicas, conceptos-, no simplemente presentar veinte platos al final de la temporada.

Una chef que ha trabajado en la cocina de El Bulli me contó que Adriá le ha abierto el cerebro, que no podría seguir haciendo lo mismo que hasta ahora. ¿Ustedes lo vivieron así?

G.W. Sí, es algo que comparten muchos de los que trabajan allí. Para nosotros también fue algo parecido. Nos ha inculcado una idea diferente de lo que es comer y de la comida misma. Ahora el proceso no es igual. Recuerdo que fuimos a un restaurante en Munich y, al preguntarnos el camarero por la comida, nuestra respuesta fue «tiene sentido». Se extrañó mucho, nunca había oído nada semejante relacionado con la comida. El concepto abarca el lenguaje y la comunicación y después de conocer la experiencia de Adriá no te expresas de la misma manera... Llenar el estómago está bien, pero él ha sabido ofrecer otra mirada y abrirte no sólo a los conceptos gastronómicos, sino también los relacionados con las emociones, el humor, y hasta el idioma.

¿Hablaron con los jóvenes chefs? ¿Cómo es la atmósfera que respira en la cocina?

A.G. Muy concentrada y silenciosa. No hay gritos. El ir y venir de los jóvenes es muy distinto el primer día y al cabo de dos semanas. Al inicio es todo más caótico y al cabo de quince días empezaba el ballet. Se mueven, de hecho, como si estuvieran en un ballet. Dominaban el espacio y podrían ir con los ojos cerrados. Este proceso resultó muy interesante.

El filme llega a la pantalla tras el cierre del restaurante para convertirse en fundación. ¿Vivieron con Adriá el proceso de cambio?

A.G. En el transcurso de las grabaciones, en el 2008-2009, él insinuó la necesidad de un posible cambio, aunque todavía no sabía en qué se iba a plasmar. Es algo que le caracteriza: sabe anticipar lo que debe hacer. Ha estado muchos años en la cresta de la ola y veía la necesidad de introducir algún cambio. Supimos de sus planes una vez terminado el documental.

¿Para los que trabajan allí él es un pequeño dios?

A.G. Él es el jefe, no sólo el que manda, sino alguien que sabe lo que está haciendo. Tiene ese reconocimiento de todos lo que trabajan allí. Reconocen que Ferran ve un poco más allá que todos nosotros.

¿Qué es lo que más les ha sorprendido de El Bulli?

G.W. Veo muchas similitudes con mi trabajo. Tienes unas ideas previas que van cambiando según las circunstancias. A veces tratamos de que las cosas encajen forzándolas y creo que hay que tener una mente abierta, es importante saber reinventarse de vez en cuando. Eso es lo que consiguen estos grandes chefs una y otra vez. Lo que más me ha sorprendido es esa radicalidad sin límites. No hay recetas ni para la realización de películas ni para la cocina moderna. Tienes que trabajar duro en la elaboración de nuevos conceptos e ideas innovadoras.

 
 
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