Crónica | Desalojo de Kukutza III
Más de treinta detenidos tras el violento asalto a Kukutza
Decenas de arrestos y un gran número de heridos –uno de ellos hospitalizado por un pelotazo en el ojo– es el balance provisional del desalojo del gaztetxe Kukutza de Errekalde por la Ertzaintza, previo a un derribo que ha sido paralizado por orden judicial. El Ararteko investigará las cargas.
Agustín GOIKOETXEA
A las 5.00 saltaba la alarma. Errekalde era tomado por decenas de furgonetas de la Ertzaintza -en torno a la veintena-, dos tanquetas, un vehículo empleado por la Brigada Móvil para los rescates en la nieve, un equipo electrógeno y una plataforma elevadora. Comenzaba así el desalojo de Kukutza III, del que muchos vecinos tuvieron conocimiento por una sirena, cohetes y la luminosidad de las bengalas encendidas por los ocu- pantes del emblemático proyecto, al que muchos respondieron rápidamente saliendo a la calle para hacer sonar cazuelas y otros utensilios.
A las 5.30, la calle Gordoniz, la principal arteria de Errekalde, era ocupada por decenas de personas dispuestas a apoyar la resistencia, que fueron reprimida por los ertzainas. Los agentes, según testigos presenciales, arrancaban de las manos de dos jóvenes banderas naranjas con el lema ``Bilbo X Kukutza''. Las chicas solicitaron el amparo de un abogado, pero cuando el letrado Iñaki Carro trataba de acercarse fue recibido a pelotazos. Sería la primera de las tres ocasiones a lo largo de la mañana en que Carro, que defiende los intereses de la gazte asanblada errekaldearra, sería agredido a porrazos y patadas por policías autonómicos.
Tras días de espera y sucesivos llamamientos al diálogo por parte de los vecinos, llegaba la tan anunciada fase de resistencia «activa, positiva y constructiva» frente a la violencia desatada por los uniformados. Un grupo de ellos trató de acceder, a través de una plataforma elevadora, a la azotea del edificio convertido con trabajo e ilusión en una «fábrica de sueños» acogedora, aunque finalmente optaron por embestir con una de las tanquetas contra la puerta de acceso. Se iniciaba el desalojo del inmueble, que se prolongó hasta las 11.00.
La reacción no se hizo esperar. Decenas de personas, hasta llegar a los dos centenares, ocuparon en torno a las 6.00 la calle Gordoniz, repicando con cazuelas mientras no cesaban de corear ``Kukutzatik ez dira pasako'' o ``Menos policía más cultura''. El perímetro establecido por la Ertzaintza en torno al gaztetxe impedía el tránsito de vehículos y personas en un barrio que se levantaba sorpresivamente por la alerta de los jóvenes y las cargas policiales, respondidas con el cruce de contenedores.
Una hora después, muchas personas comenzaban a ser conscientes del operativo desplegado por el Ejecutivo de Lakua y apoyado en el control del tráfico por la Policía Municipal de Bilbo. Era difícil moverse por las calles de Errekalde, tomada por agentes armados desafiantes, que respondían a cualquier muestra de apoyo a Kukutza. Desde la azotea, jóvenes ondeaban banderas naranjas mientras los ertzainas, ya dentro del inmueble, iban destruyendo parte de los equipamientos a la búsqueda de ocupantes. Luego se supo que la mayor parte de los equipamientos habían sido destruidos a golpe de maza y explosiones controladas.
Gases a malabaristas
A las 8.00, cuando se desplegaba una pancarta con el lema ``Kukutza gaztetxea ez ikutu'', los uniformados alcanzaban el segundo piso, encontrándose con una veintena de malabarista de Koblakari. Fueron detenidos y, según denunciaron más tarde, rociados con gases lacrimógenos mientras recibían golpes de los beltzas. El herido más grave del asalto se produjo ahí; una pelota de goma disparada desde el exterior impactó en el ojo de un joven, que tuvo que ser ingresado en el Hospital de Basurto.
Si la violencia se iba imponiendo en el interior, no era muy diferente la situación en las calles del barrio. Cargas e identificaciones se sucedían mientras muchas personas que trataban de llegar a sus puestos de trabajo o estudio.
ELA Ertzaintza mostró su «desacuerdo» con la decisión de desalojo y criticó que se busque enfrentar a la Policía autonómica con la ciudadanía.
Niños y niñas del colegio público Gabriel Aresti tampoco olvidarán el día de ayer. Accedieron a clase protegidos por sus progenitores mientras sonaban a escasos metros las detonaciones de los fusiles lanzapelotas y se sucedían las cargas contra sus vecinos, algunos de ellos sus padres o hermanos.
El edificio de la calle Iturrigorri nº 1 era el epicentro de la protesta, y a él trataron de acercarse solidarios con la causa del gaztetxe, como los concejales de Bildu Txema Azkuenaga y Aitziber Ibaibarriaga, que fueron desplazados violentamente de las proximidades del espacio en el que se apostaban decenas de medios de comunicación. Más tarde sucedió lo mismo con junteros de la coalición soberanista de izquierda.
Ibaibarriaga denunció la violencia empleada por la Ertzaintza y acusó a los responsables municipales -con el alcalde, Iñaki Azkuna, a la cabeza- y a Lakua de «emplear la fuerza bruta porque no tienen alternativa». La edil subrayó que el Ayuntamiento tenía la opción de hablar con los vecinos o emplear la violencia y había optado por ésa última, a pesar de que el concejal delegado de Urbanismo, el jeltzale Ricardo Barkala, había reconocido hace escasos días que la opción de la solución negociada era aún posible «con voluntad política».
A las 9.30, un helicóptero que sobrevoló Errekalde a baja altura se sumaba al operativo. Para entonces, el ulular de las furgonetas policiales se combinaba con el de las ambulancias, aunque muchos de los heridos -Kukutza los cifró «en varias decenas- acudían al cercano am- bulatorio. La tensión iba en aumento, al igual que la actitud violenta de los policías, que luego impediría a los parlamentarios Dani Maeztu (Aralar), Juanjo Agirrezabalaga (EA) y Mikel Arana (EB), acercarse hasta Kukutza para ser testigos de la intervención en su condición de cargos públicos. Un mando policial zanjó las repetidas solicitudes con un «no, recibo órdenes superiores».
Antes, la delegación parlamentaria, junto a ediles y junteros de Bildu, además de Oskar Matute, de Alternatiba, y Karmelo Landa, de la izquierda abertzale, comparecía arropando a portavoces de la gazte asanblada para pedir responsabilidades políticas a Lakua e Iñaki Azkuna. Entonces, se supo que la asociación vecinal Errekaldeberriz había solicitado en el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 5 de Bilbo la suspensión cautelar provisional de la orden municipal de derribo.
La jueza suspende el derribo
A las 10.50, la llegada de un camión de suministros de construcción anunció que el desalojo había concluido. El balance: ocho personas detenidas en el exterior del gaztetxe y 23 en su interior, que fueron trasladadas a dependencias policiales y de las que a media tarde portavoces de Kukutza no tenían conocimiento sobre su situación.
Errekalde se mantenía tomado mientras las muestras de apoyo al proyecto atacado se repetían. Entonces, al mediodía, saltaba la sorpresa desde los juzgados; la jueza atendía la petición de suspensión de la orden municipal de desalojo y citaba a las partes a una vista hoy, a las 13.00, aunque no se espera resolución definitiva hasta mañana.
El letrado José Ángel Esnaola explicó a la tarde, en una nueva comparecencia, que el Consistorio «se ha saltado todas las garantías del proceso administrativo». El letrado de la AAVV aclaró que «se ha empezado a ejecutar un acto -el derribo-, que estaba recurrido y por eso una jueza ha paralizado la forma en la que el Ayuntamiento estaba haciendo las cosas».
Desde Errekaldeberriz instaban a buscar una solución dialogada mientras Arana (EB) emplazaba a Cultura de Lakua a iniciar el expediente para declarar Kukutza como bien protegido. La AAVV cree que luego se podría reformar el PGOU y otorgar otros aprovechamientos urbanísticos a los propietarios, la constructora Cabisa.
El concejal delegado de Urbanismo, el jeltzale Ricardo Barkala, aseguró que los servicios jurídicos municipales defenderán hoy «la estricta legalidad» ante la jueza que decretó la suspensión cautelar de la orden de desalojo .
Tasio Erkizia, de la izquierda abertzale, acusó a la Ertzaintza de usar «material de guerra» sin justificación alguna. Y Josu Murgia, de Aralar, quiso dejar claro que en Errekalde no había habido una «batalla campal. Ha sido represión sin más».
El consejero de Interior, Rodolfo Ares, aseguró ayer a la tarde que la actuación de la Ertzaintza a la mañana en el desalojo fue «proporcionada» ante «el comportamiento extremadamente violento de las personas que ocupaban el tercer piso y la azotea».
Si Errekalde vivió ayer uno de los días más oscuros de las últimas décadas, por la violenta actuación policial, también se impregnó de la esperanza por la respuesta ciudadana que se dio en la manifestación convocada para pocas horas después de que terminase el desalojo de Kukutza III. Unas 7.000 personas marcharon desde la estación de Ametzola hasta enfrente del gaztetxe reivindicando la vigencia del proyecto cultural autogestionado.
Alrededor de las 17.30 partía la manifestación convocada por los vecinos para denunciar la actitud de las instituciones públicas ante el conflicto, en el que, criticaron, éstas se han plegado a los intereses especulativos» de la empresa Cabisa. Querían dejar claro que «el corazón de Errekalde -en referencia a la aportación de Kukutza a la vida cultural y social del barrio, Bilbo y Euskal Herria- sigue vivo y todavía hay esperanza en que no se convierta en el solar de la vergüenza».
Entre gritos de ``Atxilotuak askatu'', ``Kukutza aurrera'', ``Ez gaituzue geldituko'', ``Kukutzatik ez dira pasako'' o ``Menos policía, más cultura'', la movilización llegó a las cercanías de edificio desalojado, donde se apostaba una decena de furgones policiales.
La tensión acumulada, alguna provocación policial y la actuación de personas aisladas concluyó con nuevas cargas policiales, no sólo en el centro de Errekalde, sino en puntos como Gaztelondo y Uretamendi.
En Ordizia, en solidaridad con Kukutza, 100 personas se manifestaron. A.G.
El Ararteko ha decidido abrir un expediente informativo, de oficio, para investigar las circunstancias de la actuación de la Ertzaintza, tras «las numerosas llamadas recibidas». Además, analizará la licencia municipal que permite el desalojo.