Mirada íntima a la Revolución Cultural china
Wang Xiaoshuai concurre en Sección Oficial con «11 Flowers», una íntima mirada a la Revolución Cultural china de la década de los sesenta a través de los ojos de un niño de once años. El director shanghaiano, que presenta una película casi autobiográfica donde destaca la figura de su padre, se decanta por una visión apolítica de una época en la que «era obligatorio posicionarse en un bando o en el otro para poder sobrevivir».Ariane KAMIO | DONOSTIA
Tras cosechar éxitos en el Festival de Cine de Berlín con «La bicicleta de Pekín» (2001) e «In Love we Trust» (2007), Wang Xiaoshuai (Shanghai, 1966) compite en Sección Oficial con «11 Flowers», una pausada pero no menos interesante película con la Revolución Cultural china como telón de fondo. El director pone el foco de atención en historias pequeñas, por lo que el título va más allá de una mera narración histórica.
La película se ubica a finales de la década de los sesenta. La Revolución Cultural china fue una campaña de masas organizada por Mao Zedong a partir de 1966, y dirigida contra altos cargos del Partido Comunista e intelectuales a los que acusaron de traicionar los ideales revolucionarios al ser «partidarios del camino capitalista».
Xiaoshuai presenta una historia casi autobiográfica, basada en algunas experiencias personales y en la que la figura de su padre está muy presente. «Durante la Revolución Cultural, uno tenía que elegir un bando si quería sobrevivir. Por eso mi padre me hablaba de la importancia de un arte como la pintura, porque en ella uno plasma lo que ve como individuo, y aprende a respetar su visión única de las cosas», dijo el director. «Quiero rememorar a todas las personas que no tienen una vida justa, y mi familia fue una de ellas», agregó.
Sin embargo, el cineasta de Shangai utiliza la interpretación del jovencísimo actor Liu Wenquing como vía para reflejar esas pequeñas realidades de a pie en las que quiere poner el foco. Y esa mirada infantil, que no alcanza más que la altura de la cintura de lo adulto, consigue con efectividad y sin florituras dar una visión apolítica.
Liu Wenquing interpreta a Wang Han, un chico de 11 años de la provincia de Ghizhou, que se encuentra cara a cara con un asesino a la fuga. Oculto en el bosque, el hombre, que está herido, le intenta convencer para que le ayude a salir de ahí. Asustados y fascinados a la vez, Wang Han y sus amigos le prometen no decir nada a la Policía.
Además de guardar ese importante «secreto», Wang Han también es testigo de los cambios que genera esa revolución, entre los que destaca la figura de un intelectual chino que es trasladado de Shanghai al interior del país por motivos de trabajo. En su nueva ubicación de poco o nada le sirven sus conocimientos culturales, motivo que le causa una gran frustración.
Pasado por el filtro
Xiaoshuai podría ser opción ganadora de una Concha de Oro de conciliación, pues es difícil negar su mérito dentro de sus reducidas posibilidades, teniendo en cuenta que aborda un tema político con un guión revisado de arriba abajo por las autoridades de su país.
El director reconoció no haber tenido muchos problemas a la hora de que le revisasen el guión, ya que «es un retrato de la vida a través de los ojos de un niño», aunque «la Revolución Cultural china es un tema bastante delicado».
La mayor complicación se generó a consecuencia de una escena en la que los padres del niño mantienen relaciones sexuales y el menor es testigo de lo que ocurre.
Xiaoshuai reconoció que muchas de sus películas llegan al público internacional gracias a festivales como Zinemaldia. «En China el mercado cinematográfico es muy grande, pero solamente para películas comerciales o realizadas en Hollywood. Las películas como la mía difícilmente se comercializan en China», por lo que este festival se convierte en una ventana que posibilita una mayor proyección para su trabajo, como pasa con la mayoría de proyectos independientes.
La Sección Oficial vuelve a tener triple proyección en la jornada de hoy. Se presentan «Rampart», de Oren Moverman; «Los Marziano», de Ana Katz; y «Adikos Kosmos», del griego Filippos Tsitos.