Presas del franquismo
«La voz dormida»
Mikel l INSAUSTI
Las películas sobre el papel de la mujer en la Guerra del 36 y bajo la opresión franquista ya no son una rareza, y así “La voz dormida” viene a sumarse a “Libertarias”, “Las 13 rosas” o “Izarren argia”. No es ni mejor ni peor que las tres citadas, pues incurre en las mismas generalidades y lugares comunes ya de sobra conocidos, sin aportar un punto de vista diferente o que descubra aspectos por explorar. La ambientación, las interpretaciones y la puesta en escena no difieren del estilo de producción impuesto por las series televisivas que retratan la posguerra.
Siendo Benito Zambrano el realizador cuesta aceptar su asimilación por parte de la industria, por más que hayan pasado doce años desde que debutara con “Solas”. Desgraciadamente, aquella recordada obra intimista y sus hondos retratos femeninos se quedan de momento sin continuidad.
«La voz dormida» es todo lo contrario, respondiendo a clichés melodramáticos que hacen que las mujeres descritas en la novela de Dulce Chacón al pasar a la pantalla sean o muy buenas o muy malas, sin apenas matices de por medio. La emoción del público no la provocan las dos protagonistas por sí mismas, sino las desgracias que les suceden.
Hortensia y Pepita son sometidas a todo tipo de humillaciones a lo largo de las más de dos horas que dura la película, convirtiéndose en víctimas de la violencia franquista. Los padecimientos de Hortensia duelen doblemente porque está embarazada y los de la hermana por su total inocencia y falta de implicación política en la lucha que lleva a cabo la finalmente ejecutada por un pelotón de fusilamiento, tras un juicio militar sin garantías.
Son situaciones trágicas que demandaban un mayor rigor interno, dejando de lado los recursos maniqueos.
La defensa de la memoria histórica se merece propuestas cinematográficas que sean más indagadoras, que no se conformen con la corrección de adaptar una novela respetada. No basta con devolver la voz a los vencidos, si esa voz no se convierte en un grito realmente desgarrador.