Mientras en el festival hay quien duda de la necesidad de abrir o cerrar las fosas de la historia reciente del Estado español, de su parte más cruel y lamentable, hoy numerosos vecinos del barrio bilbaíno de Rekalde se resistían al cierre de Kukutza. Un lugar, un espacio comunitario en el que los vecinos llevaban años generando ilusiones, creando un estilo de convivencia participativa.

La vida sigue al margen de las salas oscuras del Zinemaldia, pero hasta aquí llegan tan sólo los ecos de una realidad que se siente lejana, todo parece impregnado por el celuloide, poco veraz. Mucho de verdades, de realidades sin maquillaje ni vestuario, tiene la cinta dirigida por Paddy Considinne «Tyrannosaur».

El de Staffordshire además de ser un notable actor se enfrenta a las labores de dirección frente a un toro salvaje de la interpretación: Peter Mullan. La historia, ubicada en las escombreras de una ciudad cualquiera de Inglaterra, bucea en las basuras de los habitantes de un barrio en el que parece haber pocas alternativas a las páginas de sucesos. Entre esas historias de vida, la de una mujer maltratada (Olivia Colman) que se topa con un hombre (Peter Mullan) al que su desequilibrio emocional le arrastra hacia sus demonios internos. Ambos emprenden un viaje retratado e interpretado con maestría hacia el cambio, la acción, ambos desean cerrar capítulos. La película envía un mensaje cristalino a las mujeres que están siendo maltratadas: autodefensa.