Jugamos como nunca, perdimos como siempre. Jugaron en la primera parte como nunca en lo que va de temporada, perdieron en la segunda parte como siempre ocurre cuando no aprovechas tus quince minutos. Y ese cuarto de hora en el que un serio Athletic tuvo contra las cuerdas al Málaga fue el final de ese primer tiempo, en el que los de Bielsa dejaron ver ese poso que el equipo va revelando partido a partido, pero al que le falta no sólo la salsa del fútbol, los goles, sino la razón de ser de este deporte cuando se juega a este nivel, los puntos.

La imagen de un desfondado y decepcionado Iker Munian el segundo después del pitido final, cabizbajo, en cuclillas, con las manos en la cabeza, lo decía todo. Ayer, los rojiblancos ofrecieron otra píldora más de ésas que el público va digiriendo partido a partido. No fue el Athletic adormilado ante el Rayo, ni el encabritado del Espanyol, ni el arrollador del Slovan, ni el descolocado del Betis... Fue un Athletic muy serio, sobre todo en el primer tiempo, y también, por qué no, en el segundo, hasta que, otra vez, un libre directo, esta vez de Cazorla, volvió a echar una pesada losa sobre unos leones que acabaron el partido desmelenados, con Luis Bonini, el segundo de Bielsa, alentando a grito pelado desde la banda, y sin una pizca de fortuna, que sigue dándoles la espalda esta campaña.

Salieron mandones los malacitanos, con un equipo que podría, por nombres, rivalizar con cualquier gallito de la Liga. Pero el Athletic no le obedecía. Los de Bielsa, minuto a minuto, empezaron a ganar la partida a los de Pellegrini, sin miedo alguno al balón, sin temor al tuya-mía. Pero iban a ser los andaluces, con un fallón Eliseu, y luego con un disparo de Baptista a la cruceta en un saque de falta, los que ya hacían prever por dónde iban a ir los derroteros del partido. Yo pongo el juego, tú el gol. A los 20 minutos el Athletic aún no había disparado a puerta, pero tampoco el Málaga estaba cómodo ni llegaba con claridad a las cercanías de Iraizoz.

Fue a partir de la media hora cuando los bilbainos empezaron a templar el juego del encuentro y a decantarlo a su favor. Fueron quince minutos para grabar en vídeo, como seguro hará el Loco. Robos de balón en campo propio, conducción de Muniain y... falta de acierto arriba en los últimos metros.

Fue primero el gaucho quien disparó fuera, luego Javi Martínez el que cabalgó hasta la frontal del área, Llorente el que se lió con el balón en los pies, peligrosa falta que botó un entonado Susaeta, al que Bielsa está recuperando partido a partido... Y si hacía falta, hasta Llorente bajaba a defender hasta el mismo área rojiblanca. Ocasión de Susaeta, otra clarísima del propio Markel que no finaliza, llegada peligrosa de De Marcos... El Málaga estaba KO. Y el Athletic no atinó a darle el gancho definitivo a su rival.

Era un guión que la afición de San Mamés conoce al dedillo. El Athletic no puede perdonar tanto, porque acaba pagándolo. El disparo fuera con la pierna mala de Joaquín fue un aviso, al poco de iniciarse la segunda mitad. Al poco, Bielsa dio entrada a un Igor Martínez que venía de sumar tres goles con el Bilbao Athletic. El sacrificado, un sorprendido Susaeta, que había cuajado una buena primera mitad.

Gabilondo la enganchó de fábula, pero el balón pegó en un defensor. Era la suerte que sí tuvo de cara el pequeño Santi Cazorla. Nueva falta peligrosa al borde del área, que no desaprovecha el pequeño jugador. Iraizoz, a diferencia del domingo anterior, poco pudo hacer.

De ahí al final -infortunio incluido con la lesión de Igor-, minutos de desconcierto del Athletic, que quiso y no pudo. Y la jugada en la que Toquero remata, solo, en lugar de dejársela a Llorente, mejor posicionado para marcar, reflejó esa impotencia ante la meta rival que persigue a los rojiblancos en este arranque liguero. Precipitación de Toquero o infantil falta de entendimiento por parte de Llorente por no pedírsela; ahí estuvo el empate.

Los de Bielsa dejaron ya la pizarra a un lado y se lanzaron a por todas, pero las fuerzas eran ya bastante justas. El jugadón, con fallo incluido, de ¡Eliseu, Eliseu, Eliseu....! fue ya casi una anécdota. Como la de Rondón que salvó Gurpegi. Como la de Cazorla de falta que evitó la manopla de Iraizoz. El correcalles final en que se convirtió el partido tuvo su máxima expresión en un peligroso centro-chut de un incansable De Marcos -éste sí que es moto GP-, que fue lo máximo que consiguió hacer el Athletic. Ni había fuerzas, ni ideas, ni remate. El pitido final fue como una estaca clavada en el corazón rojiblanco.

La última vez que el Athletic no ganaba un partido llegada la cuarta jornada fue en la temporada 2002-03. No hace tanto. El Athletic duerme en puestos de descenso, por delante del Sporting y, de momento, el Getafe. Este Athletic necesita puntuar. Necesita ganar. Equipo, ideas, compromiso, ayer se vio que hay. Pero debe llegar ya esa buena racha. Y el sábado, ante el Villarreal, San Mamés debe echar una mano.