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La saga «Crepúsculo»: yo fui un vampiro adolescente y enamorado

El inminente estreno de «Amanecer» -la última entrega de la franquicia cinematográfica de la saga «Crepúsculo» que ha sido dividida en dos partes dirigidas por Bill Condon («Dioses y monstruos»)- obliga a hacer un breve repaso al original literario de Stephenie Meyer, una autora que ha cosechado un gran éxito de ventas con su particular visión de un mundo vampírico habitado por adolescentes enamorados. El inicio de todo está en un sueño que tuvo en 2003.
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Koldo LANDALUZE | DONOSTIA

Los tiempos han cambiado, incluso para los vampiros. Las otrora temidas criaturas de la noche ya no gobiernan las tinieblas y aquellas mujeres que, al doblar las doce campanas, dejaban entreabiertas las puertas de sus balcones con intención de que ese oscuro objeto de deseo les obsequiara con un profundo, interminable y liberador mordisco en el cuello, suspiran desconcertadas ante la nueva hornada vampírica que pide permiso para entrar en sus habitaciones y sufre las insurrecciones hormonales que padece cualquier vulgar adolescente humano.

Drácula, condenado al ostracismo, se practica el Harakiri con una estaca de madera mientras suspira por aquellos tiempos pasados en los que imperó su gobierno del terror y asume que el insoportable puritanismo de su eterno cazador, Abraham van Helsing, ha acabado por contagiar a los suyos. Hoy en día, los vampiros acuden a los institutos y se enamoran de la chica de la mesa de al lado, el sol ya no les afecta y la noche ha dejado de ser ese territorio proclive para lo prohibido. Esta nueva relectura de la mitología vampírica tiene en la actualidad como principal valedora a la escritora Stephenie Meyer y su saga «Crepúsculo». Los orígenes de este superéxito de ventas que ha seducido a millones de lectores, no sólo adolescentes, no difiere en mucho de casos similares como el de la creadora de Harry Potter, J. K. Rowling.

Reformando los vampiros

Son autoras que dinamitan las librerías con un producto que, inesperadamente, alcanza una gran popularidad porque supieron pulsar las teclas oportunas. A pesar de que la propia Meyer niegue que su principal influencia haya sido la no menos exitosa saga «Crónicas vampíricas» de Anne Rice, en la intencionalidad de la saga Crepúsculo subyace esa tendencia a reformar a los vampiros y someterlos al capricho de las narraciones románticas decimonónicas.

El vampiro Lestat imaginado por Anne Rice, mantiene cierto furor erótico y primitivo, pero en sus descripciones y, sobre todo, en la puesta de imágenes que Neil Jordan ejecutó en «Entrevista con el vampiro» (1994), se advierte que el vampiro es una criatura que podría desfilar perfectamente por una pasarela luciendo modelos de Galiano.

En cambio, Stephenie Meyer -manteniendo esa idealización excesivamente romántica planteada anteriormente por Rice-, ha optado por reconvertir a los chupadores de sangre en una fauna perpétuamente adolescente que en poco difiere de los estudiantes de instituto humanos. La propia autora ha calificado su obra como «narraciones de suspense, romance, terror y comedia» y en sus fuentes de inspiración figuran «Orgullo y prejuicio» de Jane Austen, «Romeo y Julieta», «El sueño de una noche de verano -ambas de Shakespeare- y «Cumbres borrascosas» de Emily Brontë.

A la hora de datar el inicio de esta franquicia hay que remontarse a un sueño que tuvo la escritora el 2 de junio del 2003. En él aparecían un vampiro y una humana que discutían acerca de las dificultades que entrañaba una relación sentimental como la suya. La plasmación del sueño en una página en blanco distó un breve periodo de tiempo y Meyer, que nunca antes había tenido experiencia literaria alguna, culminó en tres meses su primera entrega, «Crepúsculo».

Belle Swan

En esta novela la trama gira en torno a las vivencias y singladura física y emocional que protagoniza una adolescente, Belle Swan, que después de abandonar su Phoenix (Arizona) natal, intenta amoldarse a la nueva localidad donde se ha mudado, una ciudad lluviosa y gris enclavada en el estado norteamericano de Whasington y que se llama Forks. Hasta aquí la trama no difiere mucho de la habitual crónica de una adolescente, pero la vida de la protagonista cambia por completo cuando conoce y se enamora de un vampiro llamado Edward Cullen, el cual le adentrará en un mundo misterioso no exento de peligros. Perfilados los personajes y la trama, Meyers emprendió la tarea de escribir la segunda novela espoleada por el éxito y los premios que recibió su primera entrega.

En «Luna nueva» adquiere una especial relevancia la temática de «Romeo y Julieta», surgen los primeros sobresaltos emocionales en la pareja protagonista y él, mortificado por los miedos que le provoca que su amada sufra las contrariedades de los vampiros, decide separarse de ella.

En este tránsito, Belle Swan topará con un amigo de la infancia llamado Jacob Black, el cual, por casualidades de la vida, es un hombre-lobo. En este punto, la novela abre paso a los licántropos, eternos rivales de los vampiros, y las viejas heridas emocionales entre Belle y el vampiro Edward Cullen se reabren. En la tercera entrega -«Eclipse»- este duelo sentimental adquiere su verdadera explosión hormonal ya que Belle se encuentra en mitad del fuego cruzado entre los dos bandos enfrentados.

Vampiros y hombres lobos -liderados respectivamente por Edward Cullen y Jacob Black- mantienen una dura lucha por su supervivencia. Tal y como cabría prever, la protagonista se enamora del vampiro y en la lejanía se escucha el tañido de las campanas nupciales.

El cuarto y último libro -«Amanecer»- se divide en tres partes. En la primera seguimos al detalle la relación de la pareja -ya casada- y el anuncio del embarazo de Belle Swan. En la segunda, narrada desde el punto de vista del licántropo Jacob Black, se describen los conflictos que generará el nacimiento del bebé entre los hombres lobo, lo cual provocará que Black decida reiniciar su vida liderando una nueva manada.

En la tercera parte, narrada al igual que la primera parte desde el punto de vista de Belle Swan, la protagonista nos revela sus vivencias como vampira y los duelos que dividen a las familias vampiras. En un intento por sacar el mayor rédito posible, esta saga incluye también varios libros que pretenden enriquecer el particular imaginario de «Crepúsculo». Todavía sin publicar, «Sol de medianoche» es una obra que sigue paralelamente las vicisitudes narradas en la primera entrega y, al contrario de ésta, está narrada desde el punto de vista de Edward Cullen. En «La segunda vida de Bree Tanner» el argumento centra su atención en una vampira neófita que aparece en la novela «Eclipse» y que se encarga de guiarnos por el lado oscuro de una trama que deriva en el duelo entre las dos familias vampiras enfrentadas.

La autora lo pasa mal

En lo concerniente a las estructuras narrativas de la saga, la propia autora ha revelado que lo pasa mal: «Si le digo a alguien: `La novela es de vampiros', inmediatamente se hacen una idea totalmente diferente a la de cómo es el libro. Y si no les gustan los otros libros de vampiros como los de Anne Rice, no los van a leer. Pero no es ésa clase de libros oscuros y tristes. Entonces, cuando tú les dices: `Se intentan establecer en un instituto', inmediatamente la gente lo categoriza en otro grupo. Es muy fácil hacerse una idea preconcebida con una sola descripción. No fue hasta que lo publicaron cuando empecé a pensar si mis vampiros serían muy diferentes a los demás. Por supuesto, en ese momento no podía realizar cambios».

Otro de los aspectos que más llama la atención de esta saga, es la excesiva virginidad de los protagonistas. Meyer lo recalca afirmando que «las historias se centran en torno a la elección de Bella a elegir su propia vida y a la abstención de los Cullen a seguir sus instintos y tentaciones». En este punto, resulta inevitable no subrayar la condición mormona de la autora la cual ha confesado que su fe la ha guiado en el desarrollo de las tramas.

«No soy consciente -afirma Meyer- cuando intento que mis novelas no sean influenciadas por lo mormón, mover las virtudes de la abstinencia sexual y la pureza espiritual. Pero reconozco que mi escritura está determinada por sus valores».

Tal y como suele ser habitual, la industria cinematográfica -siempre ávida de nuevas y muy rentables franquicias comerciales- no desaprovechó la oportunidad de este super-ventas literario.

La primera adaptación fue dirigida en el 2008 por Catherine Harwick -una cineasta que con posterioridad siguió exprimiendo el filón «Crepúsculo» con el híbrido «Caperucita roja ¿a quién tienes miedo?»- y lanzó al estrellato a sus dos protagonistas centrales, Kristen Stewart y Robert Pattison.

La segunda película -«Luna nueva»- fue rodada en 2009 por Chris Weitz y, al año siguiente, fue David Slade el encargado de colocarse detrás de la cámara para filmar «Eclipse». En un intento por rentabilizar al máximo el producto, la industria ha decidido dividir en dos partes la última entrega que lleva por título «Amanecer».

El autor de esta superproducción es el cineasta Bill Condon, apegado al género fantástico y que ha legado para la posteridad la magistral «Dioses y monstruos». Mientras todo esto ocurre, rememoramos una escena de la película del maestro John Carpenter -«Vampiros» (1998)- en la que, atravesando una carretera polvorienta, un cínico cazador de vampiros con apariencia de James Woods y que trabaja a sueldo para el Vaticano, nos lanza esta seria advertencia: «Lo primero que debes saber es que no son románticos. No son una pandilla de colmillos merodeando con trajes caros y seduciendo a todo el mundo con su acento europeo. Olvida lo que has visto en las películas: no se convierten en murciélagos, las cruces no sirven. ¿El ajo? ¿Quieres probarlo? Puedes quedarte parado con un collar de ajo y uno de esos mamones vendrá y te dará por el culo mientras te chupa la sangre del cuello tan tranquilo. Y no duermen en ataúdes lacados. Si quieres matar a uno, clávale una estaca justo en el jodido corazón. La luz del sol les convierte en bichos a la brasa».

EL SUEÑO

En el sueño que tuvo Stephenie Meyer aparecían un vampiro y una humana que discutían acerca de las dificultades que entrañaba una relación sentimental como la suya.

«LUNA NUEVA»

En «Luna nueva» adquiere una especial relevancia la temática de «Romeo y Julieta», surgen los primeros sobresaltos emocionales en la pareja protagonista y él decide separarse de ella.

Más allá de los vampiros

Tras su paso por la saga «Crepúsculo», sus dos protagonistas -Kristen Stewart y Robert Pattinson- quieren aprovechar el éxito que les han otorgado sus respectivos roles de Belle Swan y Edward Kullen para apostar por nuevos y muy diferentes retos. Con anterioridad a su rol de adolescente seducida por el mundo de los vampiros, una precoz Kristen Stewart compartió protagonismo junto a Jodie Foster en «La habitación del pánico» de David Fincher y, mientras participaba en la franquicia, demostró sus cualidades interpretativas en la excelente «Aventureland» de Greg Mottola. En breve podremos ver a esta actriz prometedora en la esperada adaptación que Walter Salles ha hecho de la novela referencial de Jack Kerouac «On the Road». Robert Pattinson, por su parte, tuvo un papel en «Harry Potter y la Orden del Fénix» y recientemente ha liderado los repartos de dos películas: «Bel Ami» filmada por Nick Ormerod y Declan Donnellan y el de la esperada nueva propuesta de David Cronenberg, «Cosmopolis».

K. L.

MORMÓN

«No soy consciente cuando intento que mis novelas no sean influenciadas por lo mormón. Pero reconozco que mi escritura está determinada por sus valores».

OLVIDA LOS FILMES

«Lo primero que debes saber es que no son románticos. No son una pandilla de colmillos merodeando con trajes caros y seduciendo a todo el mundo. Olvida lo que has visto en las películas».

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