REPORTAJE
Concentrados cada lunes frente a la sede del psn de iruñea en defensa de sus hijos presos
Desde febrero, progenitores de los últimos detenidos en Nafarroa se concentran todos los lunes frente a la sede del PSN. La protesta arrancó de forma espontánea y sin organización alguna. Únicamente comparten un problema: sus hijos son víctimas de la perseución política. Nunca fallan a la cita.
Aritz INTXUSTA
Han intentado convencernos de que teníamos que renegar de nuestros hijos, de que debíamos de decirles que esas cosas no se pueden hacer. Al final, lo que han conseguido es reforzarnos y que nos sintamos de ellos. En eso, hemos vencido», afirma con rotundidad Karmele Tirapu, la madre de Iñigo Gulina. Su hijo fue detenido hace 4 años en la primera de una serie de redadas contra la juventud independentista en Nafarroa. Sobre Gulina, que denunció haber sufrido torturas y llegó a autoinculparse en dependencias policiales, pesa una petición fiscal de 18 años de cárcel.
A esa operación policial de noviembre siguieron otras y, incomunicación tras incomunicación, empezaron a aparecer una lista de nombres de jóvenes, que pasó a conocerse como la lista negra. «Llegó un momento en el que un grupo de padres nos vimos en una situación límite. O nuestos hijos habían sido detenidos ya o bien estábamos seguros de que lo serían en breve», comenta Isabel Jusué, la madre de Iker Araguas arrestado hace tres años. A día de hoy, sigue preso y ha sido condenado a nueve años de cárcel. Le queda otro juicio pendiente, por pertenencia a Segi. «Sumando todas las peticiones fiscales, a mi hijo le pedían tres años más que a Breivik, el de los atentados de Noruega», ironizó Jusué.
«La impunidad con la que detenían a nuestros hijos no se podía consentir», continúa Inma Miranda, madre de Maider Caminos, cuyo juicio acaba de ser aplazado y lleva ya tres años presa. «A los padres no nos unía nada, pero teníamos un problema común: los nombres de todos nuestros hijos estaban saliendo en sesiones de tortura. Iban a por ellos», explica.
El movimiento de padres de represaliados políticos tomó forma en un primer momento como respuesta a esas listas negras. Sin embargo, pronto su objetivo tuvo que modificarse. «Del problema de esas listas negras pasamos en seguida a los encarcelamientos y, después, a luchar por la erradicación de la tortura. Apoyamos con todas nuestras fuerzas la primera edición del Foro contra la Tortura Esteban Muruetagoiena. Fue realmente importante para nosotros. Pero, en seguida, tuvimos que abrir otro frente para pelear por los derechos de nuestros hijos en las cárceles», recuerda Tirapu.
Ahora, los padres mantienen su protesta silenciosa de todos los lunes frente a la sede del PSN en el paseo Sarasate, en Iruñea, para denunciar los juicios políticos. «Unos han salido, otros siguen presos, pero a todos nos va a tocar ahora pasar por la Audiencia Nacional», comenta Isabel Amezketa, madre de Eneko Villegas, al que acaban de levantar el secreto de sumario. «En esta lucha es importante mantenerse unidos. Después de un tiempo, te das cuenta de que no tienes un hijo en la cárcel, sino que, además de uno, tienes un poquito de 700», afirma.
Dar a conocer, el verdadero objetivo
Las protestas de este grupo de padres se mantienen con reuniones mensuales, pero donde realmente se juntan para hablar y apoyarse unos a otros es durante las concentraciones de los lunes. «Cuando detuvieron a mis hijos, apenas me atrevía a salir de casa», confiesa Angelines Pérez, madre de David Urdin (su otro hijo también fue detenido, pero más tarde se le liberó y su causa quedó archivada). «El único delito que tienen es ser jóvenes, vascos e independentistas. O, lo que es lo mimo: molestos al sistema». Según Pérez, «esta movilización es necesaria. Aunque tengamos altibajos, uno no puede quedarse en casa después de haber visto lo que ha visto», continúa.
«Los familiares tenemos todavía una misión que cumplir. Vivo en un pueblo pequeño, la gente me conoce. Cuando le cuento a un vecino que mi hijo ha sido torturado, me creen», afirma Tirapu. «A los padres nos toca romper con esa cómoda cerrazón en la que prefiere vivir el resto de la sociedad, insensible a todo esto. Podemos hacerlo. Bastaría con que nos escuchen». Hasta el momento, en todos estos lunes han permanecido concentrados bajo la sede del PSN, nadie ha bajado a hablar con ellos. «Lo más han mandado a la Policía», bromea Miranda. Hoy, volverán a estar en el paseo Sarasate para hacerse ver y escuchar.