Ainara Lertxundi Periodista
Vaqueros que provocan silicosis
Los hay de todo tipo, desde el clásico hasta el gastado y el directamente rojo, y también de todos los colores. Los vaqueros son una prenda que no pasa de moda. Los podemos encontrar en cualquier tienda, ya sean de marca o de mercadillo. Como cualquier ropa, vienen marcados con una etiqueta, en la que sólo se indica su lugar de procedencia y su modo de lavado. Lo que callan es cómo y en qué condiciones se han fabricado.
Por norma general, las grandes firmas llevan su producción a países en vía de desarrollo o empobrecidos, donde lo importante es trabajar y ganarse un sueldo a costa de lo que sea, incluso de la propia salud.
El grupo de presión internacional Clean Clothes Campaign acaba de lanzar la voz de alarma sobre el uso de chorros de arena para dar a los pantalones vaqueros una apariencia desgastada, tan de moda en la sociedad occidental.
Se trata de una técnica muy agresiva que provoca silicosis, una enfermedad hasta ahora vinculada a los trabajadores de la construcción y la minería, pero desconocida en el ámbito textil. De hecho, fue un médico rural turco quien detectó en 2004 esta dolencia en un grupo de jóvenes que habían trabajado en fábricas textiles en Estambul.
Cinco años después, Turquía prohibió su utilización, y aunque varias marcas importantes han seguido sus pasos, Clean Clothes Campaign denuncia que se sigue empleando en países como Pakistán, China, Egipto y Bangladesh. Sólo en este último se concentran más de 4.000 fábricas de ropa.
Es imposible calcular el número de trabajadores que han fallecido por desgastar vaqueros con chorros de arena, cuando ese mismo efecto se podría lograr con procedimientos menos nocivos como el rayo láser. Pero, claro, ello supondría un aumento de los costes de producción, una opción nada compatible con las exigencias actuales del mercado. A estos trabajadores les queda la esperanza de que el consumidor haga valer sus derechos exigiendo al menos un etiquetado sin caras ocultas, porque detrás de cada prenda hay vidas humanas.