Iniciativa empresarial
Koopera, cuando integración social y ecología van de la mano
Esta asociación de cooperativas, fundamentada en torno al principio de «Economía solidaria», basa su trabajo en el establecimiento de proyectos novedosos y originales con los que dar trabajo a personas en situaciónes difíciles.
Mikel PASTOR
Ese señor parado de larga duración, la inmigrante venida en busca de una promesa en forma de trabajo estable que nunca encontró, el obrero que se ve en la calle con más de 50 años, ex toxicómanos que empiezan a ver la luz... todas las sociedades tienen su lado oscuro, su reverso menos bonito, ése ante el que muchas veces cerramos nuestros ojos pensando que así dejará de existir.
Para todos ellos, y con el objetivo final de la integración social, la red de cooperativas Koopera ha estado trabajando durante estos últimos años con el objetivo de dar salidas laborales y facilidades de cara al futuro a todos ellos, a los muchos olvidados de la sociedad.
Para entender Koopera es necesario conocer y entender el fenómeno de Rezikleta, una cooperativa nacida en 1990 con el objetivo claro de la creación de empleo social y del reciclaje, aunando ambas metas en un objetivo compartido. A este proyecto se le sumarían otras cooperativas, caso de Berohi (formada en el año 2000), centrada en el ámbito de la recuperación textil, o de Ekorropa, en el que esa ropa ecológica tiene salida al mercado.
En estos últimos años, el tejido cooperativo se ha visto aumentado y reforzado con la suma de varios grupos más al proyecto (Cáritas, Lanberri, Berziklatu, Liburki) creando la versión definitiva, denominada Koopera.
Esta asociación de cooperativas, como ellas mismas se definen, cuenta con 201 trabajadores, siendo la mayoría de ellos socios. Fuentes de Koopera explican la importancia de este dato: «El hecho de convertirte en dueño de una empresa, y no solamente en trabajador para ella, hace que esas personas sientan los avances como suyos, se sientan parte de la empresa, y tengan la máxima responsabilidad para con la empresa, que al fin y al cabo, también les pertenece».
Solidaridad transfronteriza
Además del trabajo que el colectivo realiza en Euskal Herria, es destacable los proyectos que lleva a cabo fuera de nuestras fronteras como Cantabria, La Rioja, o lugares mucho más lejanos como Rumania o Chile. Esa cooperación al desarrollo es parte de la filosofía de integración social de Koopera, que trabaja localmente pero sin perder de vista realidades socioculturales de otros países.
Entrando de lleno en las actividades que realiza este grupo de cooperativas, son destacables los originales proyectos que han llevado a cabo en los últimos tiempos, como mercadillos de ropa ecológica o pasarelas de moda reciclada. Actos que buscan, por un lado, ofrecer cierta experiencia laboral a la gente en dificultades -con la independencia económica que ello conlleva-, y por el otro hacer un trabajo de concienciación en la sociedad, más necesario que nunca.
¿En qué hechos concretos cristalizan esos planteamientos? Koopera trabaja con diferentes ayuntamientos, los cuales, mediante bolsas de empleo, ayudan a integrarse a personas que de otra manera, tendrían muy difícil adaptación al mercado de trabajo.
La puesta a punto de estas actividades, logicamente, supone un gasto para las cooperativas que, no obstante, nos muestran un dato aplastante y que arroja luz sobre la credibilidad de la empresa: la financiación propia asciende hasta algo más del 90%, quedando el 10% restante en subvenciones de ayuntamientos y diputaciones. Este dato revela, por tanto, que la autofinanciación es casi absoluta, y por tanto, su nivel de independencia respecto a los diferentes organismos y estructuras oficiales es absoluto.
Esto no implica, por supuesto, que no colaboren con las instituciones. «Todo lo contrario», señalan fuentes de Koopera, «nuestra voluntad de acuerdo con todas las instituciones que afectan a nuestro trabajo es absoluta», siempre y cuando «se respete nuestra filosofía integradora y solidaria».
El alto nivel de financiación propia, en gran medida, proviene de las tiendas Ekorropa, uno de los proyectos más ambiciosos del grupo de cooperativas y también uno de los más fructíferos.
En el proceso de integración social, Koopera plantea dos vías, con muchos puntos en común pero con matices en el desarrollo. Por una parte, existe para esas personas «vulnerables» la opción de entrar a trabajar, por un periodo que ronda los tres años, a una tienda Ekorropa. Durante este tiempo tienen la asistencia, por un lado, de un educador social, y por otro, de un asesor técnico. De esta manera, su formación no es solo laboral, sino también personal y profesional.
Pasado ese tiempo es donde aparecen las dos bifurcaciones. De una parte se libera a ese empleado para que busque un lugar en el mercado «normalizado», pero con tres años de experiencia laboral y bien formado. Por otra parte existe la posibilidad de que ese empleado, pagando cierta cantidad de dinero, se haga socio de la cooperativa, convirtiéndose, de esa manera, en parte de los propietarios.
Así, los propios trabajadores, procedentes de un entorno complicado, ven recompensado su esfuerzo y logran la inclusión en la cooperativa, convirtiendose en dueños con plenos derechos, lo que les sirve como «claro estímulo personal»
Según señalan desde Koopera, esta decisión está fundamentada en dos pilares. Por una parte, dar la oportunidad de relevo generacional, esto es, posibilitar a nuevas generaciones que lo estén pasando mal entrar a las tiendas, y por otra parte, después de haber pasado un período, llamémosle, de prueba, da la opción a muchos trabajadores de convertirse en propietarios.