Este es un anuncio para montañeros», o algo similar, escucho por la radio. Pongo presta la oreja esperando ¡que sé yo! que Jean Claude Trichet (BCE), Merkel y/o mariachis anuncien un «bail out» para la, muchas veces, maltrecha economía de dicho colectivo, o al contrario, anuncien un impuesto especial que grave las actividades alpinas, de por sí pretenciosas y anti natura. Incluso podría ser un aviso de Interior para aquellos amigos de la altura, que ya sabemos se empieza por ir contra una ley básica como la de la gravedad, y se acaba contra una fundamental. Y lo que resulta es que se monta un rocódromo en el Kukutza de Rekalde, y luego pasa lo que pasa.

En realidad, la cuña radiofónica alude a venta de autocaravanas por parte de una empresa. Somos considerados, al parecer, como buena clientela en estos momentos en que tal especie no abunda y ¿quién sabe?, quizás, un colectivo AAA+ en cuanto a morosidad se refiere, aunque a mí, que ya tengo cierta edad, esa triple A me trae malos y argentinos recuerdos.

El caso es que por aquí ha habido un cierto desplazamiento por parte del colectivo montañero desde el coche hacia la furgoneta, y actualmente hay una cierta tendencia migratoria hacia las autocaravanas que, si no puedes comprar una casa fija, bien está una con ruedas.

Como decía un escalador americano: «A la familia y a los amigos no escaladores les cuesta entender que las visitas y otras relaciones sociales estén estrictamente condicionadas al anuncio de una meteorología de perros». Ahora, con las autocaravanas, ni eso.