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Alberto Pradilla Periodista

Eroak bai: el PNV reparte el bote de jaias de Atarrabia

Todo gaupasero de Iruñerria sabe que las fiestas de Atarrabia constituyen el último refugio festivo antes de que el frío obligue a hibernar durante esa larga travesía en el desierto que conduce hasta el txupinazo de la Txantrea. Incluso los del PNV. «¿Qué hacemos este finde?», aseguran las crónicas apócrifas que preguntó José Luis Mendoza, que se había quedado con la plantilla en cuadro para afrontar el txikiteo. Las rupturas de cuadrilla siempre han provocado un vacío existencial en nuestra Euskal Herria. Especialmente, si te ha tocado quedarte con la parte mohína del grupo. Sentados en la Cofradía, mítico bar de Alde Zaharra de Iruñea, los jeltzales se interrogaban sobre el sentido de la vida en esta Nafarroa donde los bares cierran demasiado pronto y en la que, disfrazados de marchosos de toda la vida, se habían sentido los reyes durante ocho años. En un momento crítico, cuando hasta la agenda de los Iphones se evaporaban ante la perspectiva de un guateque donde sólo bailase la chica del batzoki, llegó la revelación. «¡Atarrabia bai!», exclamó Peio Monteano, irrumpiendo por sorpresa en la sala con 1.255 papeletas en la mano. «¡Qué ideaca!», respondieron todos al unísono. El problema, ahora, era dividir el bote. Como preguntó uno de los periodistas en la rueda de prensa ofrecida en la bajera del PNV y en la que se presentó la coalición Geroa Bai: «¿Cómo se reparte el poder entre un grupo formado por un partido consolidado como el PNV, una asociación política con 218 carnés y un partido local que en las últimas elecciones obtuvo 1.255 votos?»

«¡Ardoa bai!», exigirán los entusiastas cuando las txosnas están tan concurridas que apenas se puede defender el espacio. «¡Beroa bai!», pueden protestar los poco previsores. En política, o a la hora de mantener la saca colectiva que simboliza el bote, la generosidad siempre ha constituido un valor tribal. A nadie le parece razonable que cuando la mayoría del grupo cede por el bien común, llegue alguien y recurra a la táctica del «es mi Scatergories y me lo llevo». Por eso, cuando alguien racanea en el momento en que el resto del grupo está dispuesto a darlo todo, sólo queda pensar que el sabio populacho le dará la espalda pensando: «Eroak bai».

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