De las declaraciones de los responsables económicos europeos sobre las posibilidades de solución a la deuda soberana Grecia no se puede obtener una idea demasiado clara. Sin embargo, el grado de «optimismo» que, junto a las críticas al gobierno griego, transmitían estos días los inspectores de la troika (UE, FMI y BCE) encargados de elaborar el informe sobre la conveniencia de conceder o no el siguiente tramo de ayuda al país heleno, no parece muy fundado, a tenor de la determinación de Alemania y el Estado francés de recapitalizar la banca, como manifestaron Angela Merkel y Nicolas Sarkozy tras la reunión que ambos mantuvieron ayer para abordar dicho asunto. Esa decisión se puede interpretar como que dan poco menos que por imposible la salvación de Grecia, lo que, ante la insolvencia de ese país, conllevaría una quita que tendría graves consecuencias en los bancos, sobre todo alemanes y franceses, principales poseedores de deuda griega. Esa posibilidad es la que ha llevado a los líderes de la eurozona a disponer un nuevo aporte de fondos públicos a los bancos que evite que Grecia los arrastre.

Uno de ellos, el franco-belga Dexia, se encuentra en situación de desmantelamiento, si bien ayer los gobiernos francés, belga y luxemburgués afirmaron haber alcanzado una solución para salvarlo. Si no fuera así, muchos ciudadanos perderían sus ahorros, y otros muchos, como los de varios municipios y mancomunidades de Ipar Euskal Herria, también se verían afectados. De ahí el temor existente a que esa situación se extienda a todo el sistema financiero europeo.

Un nuevo y preocupante capítulo de una situación que no sólo se alarga, sino en la que ni siquiera se vislumbra la salida. De momento un país, Grecia, ha llevado a cabo todos los recortes posibles, ha privatizado a precios que sólo ofrece quien se encuentra con el agua al cuello, y su situación es bastante peor que antes de tomar esas medidas. ¿Esa era la única salida? A no ser que se buscase precisamente este resultado. El perdedor está claro, pero, a buen seguro, alguien habrá hecho un gran negocio a costa de los griegos.