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CRíTICA cine

«Nader y Simin una separación» Drama colectivo

Mikel INSAUSTI

Hacía muchísimo tiempo que no salía tan dolorido de una sala de cine. Asghar Farhadi da un soberana paliza moral al público occidental, con un drama de una dureza insoportable e inquisitoria. En la secuencia inicial de un juicio de divorcio, la actriz Leila Hatami (Simin) y el actor Peyman Moadi (Nader), declaran mirando a cámara. Así, obligan al espectador a ocupar la posición del juez, y lo que uno siente en la butaca entonces es una molesta e incómoda responsabilidad, que, una vez acabada la proyección, se convierte en impotencia. Nadie, absolutamente nadie, puede juzgar a estos personajes, víctimas de las circunstancias. Cada uno de ellos tiene lo que no se merece, porque en el actual Irán un impago, una discusión vecinal, un accidente doméstico o el simple hecho de ejercer la profesión de cineasta te pueden llevar a la cárcel por largo tiempo. Farhadi no necesita encadenar sucesos terribles para conseguir estremecernos, ya que el impacto es mayor cuanto más triviales parecen las anécdotas relatadas. No hay nada verdaderamente punible en el caso que presenta, pero a los implicados les va la vida en ello.

Un Mike Leigh o un Ken Loach han de aportar al drama social no pocas injusticias para resultar creíbles, mientras que al gran cineasta iraní ganador del Oso de Oro le basta en “Nader y Simin, una separación” con desentrañar la cotidianidad de su país. Y la conclusión a extraer desde la distancia es la de que el nuevo mercado persa no es una teocracia, sino una democracia del sufrimiento donde todos padecen por igual. Da lo mismo ser de clase baja o de clase media, pues el sistema judicial es inmisericorde con unos y con otros. A las mujeres con un nivel económico y cierta independencia se les mira muy mal, como cuando la hija de Nader y Simin, apenas una preadolescente, llena el depósito del coche en una gasolinera. A las de extracción humilde y educación tradicional aún les va peor, situación reflejada en la criada de la pareja que trabaja sin permiso del marido.

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