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Los coptos y el Ejército egipcio se enfrentan por segundo día tras la masacre del domingo

Cristianos coptos y soldados egipcios volvieron ayer a enfrentarse en las calles de El Cairo por segundo día consecutivo después de la masacre que el domingo dejó un saldo de 25 muertos -21 civiles y cuatro soldados-, casi todos por disparos. La Junta Militar, reunida de urgencia, presentó un proyecto de ley para «legalizar la situación de los templos sin licencia», con el fin de calmar los ánimos, pero la brecha entre la minoría copta y las autoridades es hoy más profunda.

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GARA | EL CAIRO

Los enfrentamientos entre cristianos coptos y efectivos del Ejército, que el domingo causaron al menos 25 muertos -algunos de ellos arrollados por vehículos militares, pero la mayoría por disparos- en El Cairo, se reprodujeron ayer y reavivaron los temores de una agravamiento de las tensiones religiosas y políticas en un país que conoce una frágil situación desde la caída del presidente Hosni Mubarak.

El Gobierno inició con un minuto de silencio una reunión de urgencia por iniciativa del primer ministro, Esam Sharaf, quien la noche anterior estimó que Egipto estaba «en peligro» y que «lo más peligroso que puede amenazar la seguridad de la nación es jugar con la cuestión de la unidad nacional y provocar la sedición entre cristianos y musulmanes». En unas declaraciones previas reproducidas por la agencia Mena, el primer ministro consideró que se trataba de «una conspiración para alejar a Egipto de las elecciones» previstas para el 28 de noviembre.

Los enfrentamientos, los más sangrientos desde la revuelta que derrocó a Mubarak, se produjeron al margen de una manifestación de coptos que protestaban ante la sede cairota de la radiotelevisión pública por el incendio de una iglesia en Efdu, en la gobernación de Asuán.

Los coptos aseguraron que fueron atacados por parte del Ejército y de «baltaguiya» (matones) cuando se manifestaban pacíficamente, mientras que la televisión estatal señaló en un principio a los manifestantes como iniciadores de la violencia. El patriarca de la Iglesia copta, Shenuda III, acusó a «desconocidos infiltrados que cometieron delitos que luego se han sido atribuido a los coptos».

Al menos 40 personas fueron detenidas tras los enfrentamientos que dejaron también más de 300 heridos.

«Desestabilización»

Los coptos, que representan al 10% de la población egipcia, se consideran discriminados en una sociedad en su gran mayoría musulmana y han sido objeto de varios atentados en los últimos meses. Lo acaecido el domingo no hace sino ahondar en la brecha entre la minoría cristiana y la Junta Militar que gobierna el país, que calificó lo sucedido de «intentos de desestabilización».

Ayer, el Consejo de Ministros egipcio presentó un proyecto de ley para «legalizar la situación de los templos sin licencia» con el fin de reconducir la situación, ya que la regularización de las iglesias cristianas era unas de las principales reivindicaciones de los coptos que se manifestaron el domingo en El Cairo, indicó Efe.

Las Fuerzas Armadas egipcias, en el poder desde la renuncia de Mubarak en febrero, encargaron al Gobierno una investigación de los hechos. «El Gabinete fue encargado de formar rápidamente una comisión investigadora para determinar lo que pasó y adoptar las medidas legales contra las personas cuya implicación en los acontecimientos sea probada», indicaron las Fuerzas Armadas en un comunicado difundido al término de la reunión de crisis del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA).

Los Hermanos Musulmanes achacaron lo ocurrido a una «conspiración contra la revolución» y no a la protesta por la quema de una iglesia. Esta cofradía religiosa consideró que «todo el pueblo egipcio tiene sus reivindicaciones legítimas, y no sólo los hermanos coptos», pero agregó que «no es el momento adecuado para reclamarlas, porque el Gobierno actual es un Gobierno provisional».

La ira y el malestar de los coptos contra el Ejército se hizo evidente ayer en el funeral por las víctimas mortales, aunque aún no está claro el origen de los sangrientos enfrentamientos. Al grito de «el pueblo quiere la caída del mariscal (Husein Tantaui)» miles de personas pidieron la dimisión del jefe del CSFA, que gobierna Egipto. «¿Por qué en Egipto todos pueden manifestarse menos los coptos? ¿Cómo vamos nosotros a atacar al Ejército cuando no lo hemos hecho en todo este tiempo?», gritaba desconsolada Asisa Feiz, vestida de luto riguroso, en las puertas del Hospital Copto.

En este centro médico se encuentra la mayoría de los más de 300 heridos y las víctimas mortales, que aunque fuentes oficiales cifraron en 25, varias organizaciones coptas dijeron que el número era más elevado.

Mientras, algunas de las organizaciones que protagonizaron la revuelta popular que acabó con el régimen de Hosni Mubarak alertaron sobre el riesgo de que la Junta Militar busque perpetuarse en el poder utilizando el pretexto de la inestabilidad que vive Egipto.

Inquietud

La ONU, EEUU y la Unión Europea manifestaron ayer su preocupación por la violencia en Egipto e hicieron un llamamiento a la contención y al respeto a los derechos de las minorías.

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