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Antonio López se reencuentra con toda una vida artística

El museo de Bellas Artes de Bilbo reúne cincuenta años de carrera artística del pintor y escultor manchego Antonio López. La muestra, coproducida por la institución bilbaina y el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, está compuesta por alrededor de 130 pinturas, dibujos y esculturas realizadas por López entre 1953 y 2011. «Todo lo que ha sido mi carrera está aquí», señaló el artista. La exposición se podrá visitar hasta el próximo 22 de enero.

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A. ARRUTI | BILBO

Las sorprendentes esculturas «Carmen despierta» y «Carmen dormida», que durante casi un mes han permanecido en la Gran Vía bilbaina y en el vestíbulo del museo de Bellas Artes de la ciudad, han servido para despertar la curiosidad ante la gran exposición que la pinacoteca dedica al artista Antonio López (Tomelloso, 1936) hasta el próximo 22 de enero.

Esta antológica muestra del pintor y escultor manchego recoge alrededor de 130 obras -pinturas, dibujos y esculturas- que dejan al descubierto toda una carrera artística de más de medio siglo. El mismo artista, que no ha expuesto en el Estado español desde 1993, confesaba ayer que quedó «anonadado» al ver sus obras ordenadas y con una gran unidad. «Yo estoy un poco cansado de ver mis cosas pero pienso que es un retrato muy fiel de lo que ha sido mi trabajo, y muy sorprendente. Se valora muy bien todo, sin que pierda en el recorrido la unidad que tiene todo el trabajo de tantos años», señaló.

Antonio López nació en Tomelloso (Ciudad Real) y, con apenas trece años, se trasladó a Madrid para preparar su ingreso en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, donde estudió durante cinco años. Más tarde viajó a Italia, a Grecia... y estudió la escultura egipcia, romana y griega, lo que marcó la trayectoria de su obra.

En la década de los sesenta, influenciado por el realismo europeo y la nueva objetividad, comenzó a pintar vistas de Madrid. Los setenta y los ochenta fueron años de gran actividad para López y en 1985 recibió el premio Príncipe de Asturias de las Artes. En 1992, el director Víctor Erice filmó en el largometraje «El sol del membrillo» sobre su proceso creativo -ganador del premio de la Crítica Internacional en el Festival de Cannes- y en 2006 recibió el premio Velázquez de las Artes Plásticas.

Comenzando desde el año 1949, el museo bilbaino muestra el «pasado, presente y parte del futuro» de la obra del artista, «porque incluso hay obras inacabadas», concretó ayer López. «Ver todo lo que tú has hecho desde que tenías 17 años hasta ahora, verlo todo continuo, es como si mirara dentro de mi cabeza y es como si hiciera un recorrido del intestino de un animal. Aquí está, desde la boca hasta el final. Aparece todo lo que ha ido surgiendo, como con un sentido lógico de las cosas».

El peso del orden

Bilbo es la tercera ciudad que dedica una retrospectiva a este artista; antes lo hicieron Sevilla y Madrid. 318.000 personas visitaron la muestra en el museo Thyssen-Bornemisza y ahora llega a Bizkaia con algunos pequeños cambios, según destacó Javier Viar, director del museo bilbaino. Se ha prescindido de la escultura «La mujer de Solana», que en Madrid abría la muestra, y del conocido cuadro «La Gran Vía». En cambio, se ha incluido el lienzo «La nevera de hielo», además de siete cuadros de gran tamaño sobre la Gran Vía madrileña que aún no están acabados del todo y, por tanto, no habían sido expuestos antes.

Pero lo que realmente distingue esta muestra a la de Madrid es el montaje, «con una combinación más estrecha entre el orden cronológico y el temático», señaló Viar, quien ha comisariado la exposición junto a María López, hija del artista.

López se declaró «muy impresionado» y «encantado» con el resultado final del montaje. «Todo lo que ha sido mi carrera está aquí», subrayó y agregó que, además, «aparece con un sentido lógico de las cosas cuando, en una pintura como la mía, hay una variedad inevitable que surge de los temas más que de la interpretación».

Obras de lo cotidiano

La gran «Carmen dormida» recibe a los visitantes en el vestíbulo del museo y la exposición se abre con el espacio dedicado a las primeras obras de juventud como los óleos «Niño con tirador» (1953), «Josefina leyendo» y «Mujeres mirando los aviones» (1953-54), y sus dibujos sobre «Cabezas griegas» de 1958, y las esculturas en escayola que sobre este mismo motivo realizó en el año 2000.

La muestra prosigue con una serie de retratos de familia, entre los que se incluye el realizado a sus padres en 1956, y algunos paisajes de Tomelloso. También encontramos retratos que el artista hizo a los muebles domésticos de su casa, entre los que sobresale el titulado «Nevera nueva» (1991-94).

Para Antonio López es la zona intermedia de la exposición, donde se construye «lo que va a ser mi lenguaje pictórico», señaló, «es donde se cuece todo». Esta zona está compuesta por la serie titulada «Interiores: el estudio y las ventanas» y por los dibujos con sus bodegones dedicados a los alimentos.

«Son muchos años y ha habido muchos cambios en mi vida personal, en el lenguaje, hasta una toma de conciencia del mundo que yo quiero representar. Aparece la juventud con toda la intensidad, todo el empuje del comienzo de una vida. En ese momento hay cosas que quieres decir que a lo mejor no las cuentas muy bien pero dices cosas enormemente sustanciosas», valoró López.

Continúa la muestra con las conocidas vistas de Madrid. En Bilbo se muestran siete cuadros fechados entre 1962 y 2011, algunos de ellos iniciados en la década de los ochenta y aún sin terminar. «Me llevo muy bien con el tiempo», confesó respecto a la demora. «Es el precio de la libertad, que el proceso a veces se para, pero tenemos total libertad para trabajar».

La muestra concluye con el apartado dedicado a su personal visión del cuerpo humano desnudo con esculturas y pinturas de gran tamaño realizadas entre 1968 y 2010 y sus serie de óleos sobre flores dibujados entre 2007 y 2010.

CICLO DE CINE

El documental «El sol del membrillo» de Víctor Erice, premiado en el festival de Cannes, se proyectará los días 15 y 22 de este mes en el museo, además de otras películas y documentales. El 15 de noviembre, el director de la pinacoteca, Javier Viar, ofrecerá la conferencia titulada «Antonio López: la realidad vedada».

Bilbo representa «una penumbra que está muy acorde con mi corazón»

Son conocidos los cuadros que el pintor manchego ha realizado sobre la Gran Vía madrileña. En esa línea hiperrealista, Antonio López aseguró ayer que ya ha tomado la decisión de plasmar la ciudad de Bilbo en uno de esos cuadros, pero que aún no ha encontrado el lugar desde donde hacerlo. El artista de Tomelloso visitó la capital vizcaina el pasado 15 de setiembre en busca del emplazamiento idóneo y, para ello, visitó varios posibles lugares, entre ellos, la Torre de Iberdrola, la Basílica de Begoña y el monte Kobetas. Según señaló el artista, «es un sueño mío desde hace tiempo». Para López, «Bilbao representa un espacio de la tierra que es lo nórdico, visto desde mi procedencia manchega, y tiene un espíritu y una penumbra que esta muy acorde con mi corazón». Además añadió que Bilbo le transmite algo que no sabe muy bien cómo describir: en Bilbo «percibo algo que no es que sea hermoso, pero tampoco es feo».

«Para mí tiene relación con lo que me lleva a representar Madrid, una ciudad que me interesa más que me gusta. Es como un enigma que tú quieres revelar», explicó en la rueda de prensa ofrecida en el museo de Bellas Artes. El pintor manifestó que en su vista de la capital vizcaina le gustaría «representar la totalidad de lo que, para mí, es Bilbao; es decir, la propia ciudad, su entorno y la relación con el mar». «Para plasmar todas estas facetas es muy difícil encontrar un emplazamiento donde yo me pueda ubicar», reconoció, pero insistió: «No sé cómo voy a resolver esto, pero ya lo haré». Aunque no haya empezado, añadió que «estoy acostumbrado a afrontar el trabajo en precariedad. Estoy disfrutando con pensar en cómo voy a realizar ese trabajo». A. A.

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