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El saxofonista Josetxo Goia-Aribe acerca la jota al jazz apoyándose en la voz de la tafallesa Arantxa Diez

«En jota», el séptimo disco del jazzista navarro Josetxo Goia-Aribe supone un inusual experimento de reivindicar la jota. Se compone de doce temas y explora las posibilidades de un género «estigmatizado».
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Aritz INTXUSTA | IRUÑEA

«Las jotas me han emocionado desde niño», reconoció ayer Josetxo Goia-Aribe en la presentación de su nuevo disco. «Mi música siempre ha estado pegada a lo tradicional, pero lo he llevado por otros derroteros. Esta vez he querido trabajar con la jota, que es un icono de Nafarroa», afirmó el saxofonista. El resultado de su nuevo trabajo, «En jota», resulta sorprendente. En los doce temas del disco se ha sustituido la rondalla y el acordeón por pianos, contrabajos y saxofones. No suena a folk, no es jazz, ni world music y, como jota, es muy extraña. «No sé si es moderno, antiguo o contemporáneo», reconoce el compositor.

Con el cambio de acompañamiento musical, Goia-Aribe ha tratado de reivindicar la voz por encima de todo. «Cuando Raimundo Lanas, en los años 20, se puso a cantar jotas al lado del pianista Menéndez, la música seguía a la voz. Ahora parece que son los joteros los que tienen que supeditarse a la música y a la rondalla. Hay que darle la vuelta», afirma.

La voz que sobresale por encima de todos los instrumentos es la de la tafallesa Arantxa Díez. El compositor Goia-Aribe ha querido dar a esta jotera un protagonismo total. En la foto del grupo de la portada de «En jota» aparece una Díez a color y el resto en blanco y negro. Y eso a pesar de que el disco puede presumir de contar con músicos reconocidos. Además de Goia-Aribe al saxo tenor, suena el piano de Javier Olabarrieta y los contrabajos de Baldo Martínez y Javier Colina. También en la composición de las letras, aparece otro «grande»: Gabriel Sopeña, que se ha ganado un enorme reconocimiento escribiendo letras a artistas como Loquillo, Enrique Bunbury o Manolo García, entre otros.

Según explica Goia-Aribe, el problema que tenían al innovar sobre un género como la jota, está en evitar desnaturalizarla. «Si forzábamos el género se nos podía ir la mano hacia algo demasiado lírico y, como lírica, la jota sólo puede ser un género menor. También tuvimos que rehuir de la tentación de hacer algo muy parecido a la copla. Lo que queríamos era buscar ese ADN que tiene la jota», señaló.

El compositor explicó que la jota forma parte de la identidad navarra y denunció que este género no puede mantener el estigma de derechista que se le ha impuesto. «No se puede pretender que en Tafalla la gente beba sidra y coma talo», afirmó.

Aunque «En jota» tiene muy pocos días, no es la primera vez que el saxofonista trabaja con este género musical. Ya en su disco de 2001, aparecen dos jotas. La intérprete de aquel disco también fue Díez, que es «la mejor prenda de este nuevo trabajo», para el compositor. «En jota», según Goia-Aribe, apenas «está gateando» a la espera de ver qué opinan los críticos.

«Cántale una jota a tu hija, pero sin matarla»

Uno de los descubrimientos que más orgulloso hacen sentir a Goia-Aribe es lo que el denomina como «jota callandico». Durante los ensayos, el compositor colocó una muñeca en brazos de Arantxa Díez y le dijo: «Cántale una jota a tu hija, pero sin matarla». De esta forma, el saxofonista intentó buscar el timbre de la jota quitándole ese brío, sin que se perdiera la identidad del género. «Parece que la jota ha de cantarse gritando y con los brazos en jarras, que únicamente se premia ese `aupa ahí', pero la jota es más que eso». En el disco de Goia-Aribe aparecen tres de esas «jotas callandico», cantadas casi a capella.

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