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«La sonrisa etrusca» quiere hacer sonreír al público bilbaino

La exitosa novela «La sonrisa etrusca» de José Luis Sanpedro se sube al escenario del teatro Arriaga bilbaino, dirigida por José Carlos Plaza y protagonizada por Héctor Alterio y Julieta Serrano. Una historia para llorar pero, sobre todo, para reír, que estará en Bilbo hasta el sábado.
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Ane ARRUTI | BILBO

Como el «camino hacia la ternura» ha sido como ha definido este montaje José Carlos Plaza, su director. Juan Pablo Heras ha sido el encargado de adaptar la novela «La sonrisa etrusca» que el economista y escritor José Luis Sampedro publicó en 1985. Una historia empapada de emociones contrapuestas, de llorar y reír al mismo tiempo, que hasta este sábado permanecerá en el teatro Arriaga de Bilbo.

Esas mismas emociones fueron precisamente las que destacaron ayer los actores protagonistas de la obra. «La gente llora y ríe, pero sale del teatro con el corazón calentito», señaló Julieta Serrano, quien interpreta a Hortensia, la mujer de Bruno (Héctor Alterio). El argentino confesó que leyó el libro hace unos 25 años, poco después de ser publicada, y que jamás hubiera imaginado que esa «historia de sentimientos y pensamientos» pudiera recaer en el teatro.

A pesar de la dificultad de adaptación, los actores señalaron que la obra es muy fiel a la novela. «La sonrisa etrusca» cuenta la historia de una persona mayor, Bruno, que es trasladado desde su pequeño pueblo al sur de Italia a la ciudad de Milán para ser tratado de un cáncer. Allí convivirá con su hijo Renato (Nacho Castro) y su familia, y se establecerá una relación muy especial entre Bruno y su nieto. «El hijo se encuentra con su padre que, de alguna manera, es un desconocido para él, porque se han ido distanciando con el tiempo», señaló el actor Castro. «Tampoco es muy buena la relación entre mi padre y su nuera, y soy yo el que hace de intermediario», añadió.

«Me gustan la historias de contrastes, de confrontaciones que van repercutiendo en el personaje», confesó Alterio. «Es una confrontación de diferentes posiciones que tienen los humanos frente a la vida. El amor hacia la mujer que encuentra, el reencuentro con el nieto... hacen que asuma la realidad como si fuera a vivir eternamente».

Tal como subraya Plaza en su escrito sobre la obra, «el carácter de Salvatore, alias Bruno, siempre nos deleita, puede asustarnos un poco, eso sí, quizás porque nos reconozcamos en muchos de sus comportamientos, por muy primarios que a primera vista parezcan», y añade: «Sorprendentemente, la vida le ofrece, en este su final, la posibilidad, la grandiosa posibilidad de poder volcar ese potencial, de derramar, de desbordar su amor hacia un ser indefenso que empieza a vivir».

Los tres actores destacaron que, aunque la historia que subyace sea bastante dramática, en la adaptación se ha fomentado la comicidad.

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